La Habana/En 1994, Fidel Castro concedió una entrevista al estadounidense Marvin Shenken, editor de la prestigiosa revista Cigar Aficionado. “Sabemos que hay un tabaco que se llama Trinidad y que solo se obtiene en Cuba como regalo”, le disparó a bocajarro. Según los rumores, la marca se fabricaba secretamente desde 1969 y no se le ponía anilla, pero el mandatario había negado varias veces su existencia. Con una sonrisa, su respuesta fue: “No sé de qué me está hablando”.
Ese año, durante la llamada Cena del Siglo –un lujoso banquete de millonarios celebrado en París mientras los cubanos pasaban hambre en el Período Especial–, se subastaron oficialmente varias cajas de Trinidad con la firma de Castro, que se sirvieron después de la comida con un vino Château Mouton Rothschild de 1982.
Nacido para destronar a Cohiba, la historia de cómo se empezó a vender el “tabaco favorito del Comandante” fue revelada por David Savona, actual director de la revista, al especialista Kirby Allison durante una miniserie sobre la marca que se acaba de subir a YouTube. En 1991, Shenken realizó un viaje a Cuba tras la pista del Trinidad. Estaba a punto de publicar el primer número de la revista Cigar Aficionado y nadie quiso darle información sobre el “secreto mejor guardado” de la Isla.
«Todos éramos una familia. Pensábamos lo mismo: todos queríamos hacerle el tabaco a Fidel»- CHECALO -
Tuvo que conformarse con una pequeña nota, que bastó para excitar el apetito de los millonarios. Cuando el terreno estuvo allanado y todo el mundo quería fumar Trinidad, Castro admitió que los puros existían y que estaban en venta.
A la larga, Trinidad no logró destronar a Cohiba, que sigue siendo el tabaco mejor vendido de la Isla. Pero la corporación estatal Habanos S.A. no se rinde: la serie de Allison forma parte de un paquete de promoción, con nuevas vitolas y utensilios, en homenaje al 55 aniversario de la marca.
Para Allison, si Cohiba es el buque insignia del tabaco cubano después de 1959, Trinidad es la “joya especial de la corona” por su “aura mística inigualable”. La vitola dorada del indio se regalaba a diplomáticos e invitados ordinarios, pero la triple T se reservaba a muy altos cargos, a quienes se exigía no divulgar su consumo más allá de los “corredores de la diplomacia”, cuenta el experto.
Trinidad, la ciudad cubana que la marca evoca, es para Allison el resumen de todo lo que busca el turista: arquitectura colonial, la convergencia entre españoles, africanos y “nativos”, y tabaco de calidad, cuyo método de cultivo perfeccionaron los inmigrantes canarios en las provincias centrales de la Isla.
La serie señala el hermetismo en que Castro mantuvo desde 1959 a la fábrica de El Laguito, donde se fabrican Trinidad y Cohiba. El mandatario, opina, “le dio la oportunidad a los diplomáticos para mostrar la riqueza cultural cubana al mundo”. Juana Ramos Guerra, una de las primeras torcedoras de la fábrica, explicó a Allison que todos los empleados entraban a la fábrica gracias a un vínculo familiar con el poder, pues era Celia Sánchez quien se encargó del proceso de selección en 1972.
“El tabaco que se elaboraba aquí era el tabaco que se le hacía a Fidel”, añade Ramos. “Todos éramos una familia. Pensábamos lo mismo: todos queríamos hacerle el tabaco a Fidel”.
El mayor homenaje que Ramos recibió de sus jefes tuvo que ver con el Trinidad: de sus manos salieron los mejores puros de la marca en 1998. Trinidad, recuerda, “era el tabaco que Fidel le daba a presidentes y a personas importantes que venían a Cuba. No tenía marca ni anillas, era muy sencillo pero muy sabroso. Todo el mundo quería que Fidel le regalara uno”.
La persona que recibía el tabaco se enteraba por Castro de qué clase de puro fumaba, de manera que si el ejemplar salía de Cuba no lo delatara ningún signo externo. “El Trinidad es nuestro embajador en el mundo”, afirma Ramos. Para 2003, la marca se había expandido para crear nuevas vitolas –formas y calibres–: Fundadores, Coloniales, Reyes, Robusto Extra.
El relanzamiento mundial de la marca tuvo lugar en Londres ese año, auspiciado por la casa Hunters & Frankau. Ahora, dos décadas después, Habanos ha declarado un “Trinidad tasting time”, con catas en varios lugares, para que los millonarios vuelvan a entusiasmarse con sus puros y su nueva vitola, Cabildo, cuyo nombre evoca la relación entre el tabaco y las “formas primarias de gobierno” de la época colonial. Un vínculo que recuerda al principio que formuló Fernando Ortiz: “Quien manda en Cuba, manda en el tabaco”.
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