La Habana/Cuando la cubana Elvira García tocó la puerta del babalao (sacerdote de Ifá) lo hizo buscando en la religión afrocubana respuestas a su desesperación. La maestra jubilada se encontraba al límite. Por sus dificultades para poner comida sobre la mesa con los problemas de desabastecimiento e inflación en Cuba, pero también por la enfermedad de su hija y la falta de medicinas.
Buscaba también, reconoce, reunirse con su familia –emigrada a Estados Unidos– y un refugio espiritual ante la soledad y las dificultades. “Nunca profesé ninguna religión, pero cuando mi hija tuvo que operarse de la garganta y estuvo muy mal, busqué en los orishas las respuestas que no encontraba en el plano terrenal”, explica.
Fue entonces cuando llegó a la casa del babalao Daniel Oliva, quien asegura que García no es una excepción. Este estudioso del oráculo yoruba de 46 años afirma que ha visto una “explosión religiosa con el crecimiento de creyentes debido a la crisis económica de los últimos años”. Esta opinión es compartida por expertos y personas vinculadas a distintas religiones en la Isla. En el caso de estas creencias tradicionales –que podrían practicar uno de cada tres cubanos, según algunos estudios– es aún más complejo, porque muchas veces están mezcladas con el cristianismo.
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«La gente anda buscando un sueño y ve en los lugares religiosos la posibilidad de que lo ayuden a cumplirlo”
«La gente anda buscando un sueño y ve en los lugares religiosos la posibilidad de que lo ayuden a cumplirlo”, explica Oliva desde su casa-templo en La Habana. El vínculo entre crisis y religión, asegura, no es nuevo en Cuba. En el llamado Período Especial, recuerda, sucedió algo similar. “Muchas personas se volcaron a la religión sin importar la denominación –yoruba, cristiana, hasta musulmana– cuando la crisis de los años 90 y la cosa se puso mala”, señala. En La Habana, por ejemplo, es habitual que grupos de practicantes se reúnan, en la orilla del mar o de algunos ríos, y vestidos completamente de blanco realicen rituales.
Cuba atraviesa una dura crisis que se refleja en los frecuentes y prolongados apagones, la escasez de alimentos, medicinas y combustible, la inflación galopante y una creciente dolarización de la economía. La combinación de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y las fallidas políticas económicas y monetarias han agravado incluso más la situación.
Este panorama –y la falta de expectativas en una recuperación a medio plazo– ha desatado un éxodo sin precedentes en los últimos tres años. Según distintos cálculos no oficiales, alrededor de un 7% de la población cubana ha emigrado. Desde 2021 se han marchado unos 650.000 hacia EE UU y otros 100.000 hacia México. Son incluso más si se tienen en cuenta los que se han ido a Europa u otros países de Latinoamérica.
El anhelo de abandonar su país en busca de una vida mejor es un tema recurrente entre quienes consultan a Oliva
El anhelo de abandonar su país en busca de una vida mejor es un tema recurrente entre quienes consultan a Oliva. “Ifá (padre o guardián de los secretos) lleva años escuchando la súplica de las personas. La mayoría viene porque quiere vivir un poquito mejor y para eso tiene que emigrar», explica el babalao cubano.
Precisamente, irse de Cuba “para mejorar económicamente” fue el motivo que llevó al chef cubano Vladimir Blanes a “pedirle a Orula” (el orisha dueño del tablero Ifá y de la adivinación). «Tuve varias dificultades para lograr mi sueño, por lo que mi última oportunidad la vi en la religión», explica el joven de 36 años.
Oliva, sin embargo, se muestra preocupado porque «estos son momentos en que aumenta el engaño, la falsedad y la mentira ante el sufrimiento de la gente”. No obstante, le dice a “todos los cubanos que no pierdan la fe y sigan buscando el aché” (suerte o bendición) a pesar de la crisis.
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