El cambio climático está llegando a niveles insostenibles. Los intentos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no están siendo suficientes y el calentamiento global sigue avanzando. Por eso, algunos países han decidido poner sus esperanzas en la geoingeniería. Este es un conjunto de técnicas desarrolladas por el ser humano que permiten alterar los sistemas de la tierra a gran escala. Una manipulación climática en toda regla. Es común, por ejemplo, en países como Emiratos Árabes Unidos, donde las lluvias son tan escasas que sus científicos se encargan de sembrar nubes en la atmósfera para desencadenar artificialmente las precipitaciones. Por el contrario, en Estados Unidos se pretende hacer algo conocido como brillo de nubes marinas, consistente en la inyección de sal marina en las nubes bajas para que sus partículas actúen como pequeños espejos que desvíen las radiaciones solares hacia el espacio.
De este modo, se bajarían mucho las temperaturas atmosféricas y también las del océano. En zonas con arrecifes de coral se está empezando a plantear para evitar el blanqueamiento de los mismos. Pero esa no es la intención en Estados Unidos. Lo que quieren los defensores de esta estrategia es reducir esa cadena de olas de calor que ya se vio el año pasado y que este año amenaza con ser aún peor.
Es cierto que el brillo de las nubes marinas puede ser eficaz en ese sentido. Pero hay un problema. Según un estudio que acaba de publicarse en Nature Climate Change, los beneficios solo se manifestarían en un principio. Después, Estados Unidos apenas tendría beneficios, mientras que Europa pagaría duramente las consecuencias.
Brillo de nubes marinas para disminuir las temperaturas
El brillo de nubes marinas se realiza mediante la liberación en la atmósfera de una niebla salina que se dirige hacia las nubes bajas mediante el movimiento turbulento del aire.
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Este sencillo proceso de geoingeniería climática cambiaría la reflectancia de las nubes y permitiría disipar las radiaciones solares por el espacio.
¿Qué dicen los modelos climáticos?
Para comprobar hasta qué punto sería esto beneficioso, los autores del estudio que se acaba de publicar realizaron una serie de modelos climáticos en los que se imitaban distintos escenarios en los que se implanta esta técnica.
Uno de ellos genera el brillo de nubes marinas en Alaska y otro en California. Además, se llevó a cabo en distintos momentos de la historia, algunos ya pasados, como 2010, y otros futuros, como 2050. Este último, lógicamente, se hizo teniendo en cuenta las predicciones actuales sobre emisiones de gases de efecto invernadero y condiciones climáticas.
De este modo, se vio que, efectivamente, la técnica del brillo de nubes marinas habría sido eficaz en 2010. Sobre todo a la altura de Alaska, donde se reduciría el riesgo de calor peligroso en un 55%. En California la cifra sería más bajita, de un 16%, pero igualmente se detecta un beneficio.
¿Qué pasa después con el brillo de nubes marinas?
Desgraciadamente, los resultados no fueron tan optimistas en la simulación de 2050. En ese año, con las condiciones turbulentas del cambio climático, en Alaska apenas se verían esos resultados tan buenos y en California no solo no bajarían las temperaturas, sino que subirían más de lo esperado sin las técnicas de geoingeniería.
Además, las consecuencias irían más allá, provocando grandes olas de calor en Europa. No está claro cuáles son los motivos, pero parece ser que tendría relación con la desaceleración de un fenómeno conocido como Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés). Este fenómeno es el responsable del transporte de aguas calientes desde los trópicos hacia el Atlántico Norte. El cambio climático lo irá alterando poco a poco, de manera que llegue un momento en el que el brillo de nubes marinas se vuelva contraproducente. Habría menos nubes en las que sembrar la niebla marina y el AMOC no transportaría las corrientes según lo esperado.
Por todo eso, parece ser que lo mejor será investigar más a fondo otras técnicas de geoingeniería que no terminen volviéndose contra nosotros. Aunque lo ideal sería no tener que cambiar el clima desde arriba. Aquí abajo hay todavía mucho que podemos hacer. Sigamos intentándolo.
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