Una de las misiones del James Webb es analizar los datos obtenidos en el pasado por otros telescopios espaciales. Precisamente así, estudiando los datos de 2004 del Spitzer, ha detectado una colisión masiva de asteroides en un sistema estelar cercano. Se trata de un hallazgo muy interesante, pues aporta información muy útil sobre cómo pudo nacer nuestro planeta.
Esto es así porque el sistema estelar en cuestión, Beta Pictoris, es muy joven. Los planetas que se sitúan en zonas propicias a parecerse a la Tierra se encuentran en pleno nacimiento. De hecho, esa colisión de asteroides pudo dar pie a la formación de uno de estos planetas.
En su día, el telescopio Spitzer solo detectó una nube de partículas de origen desconocido. Ahora, el James Webb ha confirmado que posiblemente se trataba del rastro de polvo dejado por la colisión de varios asteroides y otros cuerpos celestes de gran tamaño. Se trata de un gran hallazgo, que ha sido presentado por científicos de la Universidad Johns Hopkins en la 244a Reunión de la Sociedad Astronómica Americana, celebrada en Madison, Wisconsin.
Un joven sistema planetario en las cercanías de la Tierra
El sistema Beta Pictoris se encuentra muy cerca del nuestro, a solo 63 años luz de la Tierra. Se trata de un buen objeto de estudio, pues se calcula que nació hace solo 20 millones de años. Puede parecer mucho. Sin embargo, si tenemos en cuenta que la Tierra se originó hace 4.500 millones de años, su juventud queda mucho más clara.
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Algunos planetas gigantes gaseosos se han originado ya en las inmediaciones de la estrella. Se conocen al menos dos: Beta Pictoris b y Beta Pictoris c. No obstante, los planetas rocosos, similares a la Tierra, se forman más tarde y de momento no se ha detectado ninguno. Por eso, se cree que la colisión de asteroides confirmada por el James Webb podría ser justamente la señal del inminente nacimiento de uno de estos planetas. Los ojos humanos situados sobre un evento único y muy difícil de detectar.
Del Spitzer al James Webb
Entre 2004 y 2005 el telescopio espacial Spitzer detectó unas partículas de origen desconocido en Beta Pictoris. Durante todo este tiempo no se ha sabido con seguridad de qué pudo tratarse.
Por eso, los científicos de la Universidad Johns Hopkins decidieron utilizar el James Webb para analizar el tamaño y la composición de las partículas. Curiosamente, buena parte de lo que detectó el Spitzer ya no estaba y eso es justamente lo que da pistas sobre la existencia de una colisión masiva de asteroides.
La hipótesis de los científicos es la siguiente. Tras la colisión, se liberó una gran cantidad de partículas de polvo que, al acercarse a la estrella, se calentaron, emitiendo radiación térmica que pudo ser detectada por el Spitzer. Con el tiempo, esas partículas se habrán enfriado, de modo que ya no pueden ser captadas por el James Webb. Por eso, cuando este midió el calor emitido por silicatos cristalinos, ya no encontró nada.
Inicialmente, en 2005, se pensó que la agitación de cuerpos pequeños repondría constantemente el polvo. Pero la ausencia de polvo detectable indica que no es eso lo que estaba pasando. Tuvo lugar una colisión tras la que solo quedaron pequeños escombros que desaparecieron y no fueron reemplazados. No había nada con lo que reemplazarlo.
Una colisión de grandes asteroides
Según ha explicado en un comunicado la investigadora que dirigió la investigación, Christine Chen, la cantidad de polvo que se originó es equivalente a 100.000 veces el tamaño del asteroide que pudo acabar con los dinosaurios.
Fue una colisión masiva de grandes asteroides, que nos lleva a viajar en el tiempo, hasta el que pudo ser el nacimiento de nuestro planeta. Una vez más, el trabajo en equipo del James Webb con otro telescopio espacial nos hace testigos de algo increíble.
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