Cuando empezaron a administrarse las vacunas de ARNm para la COVID-19 ya se habló de que esta era una herramienta que daría mucho de lo que hablar en el futuro. De hecho, hacía muchos años que se había empezado a investigar la posibilidad de usar el ARNm para el desarrollo de vacunas contra multitud de enfermedades, incluidas algunas no infecciosas, como el cáncer. El coronavirus abrió la veda y poco a poco hemos ido conociendo el avance en la investigación de otros fármacos de este tipo, como la vacuna contra el cáncer cerebral que acaba de presentar un equipo de científicos de la Universidad de Florida.
Es un caso bastante especial, ya que los ensayos clínicos se han llevado a cabo tanto en humanos como en perros. Estos animales son los únicos no humanos que pueden desarrollar cáncer cerebral de forma espontánea. Cuando se estudian estos tumores en el laboratorio, a menudo se inducen en el cerebro de ratones, pero lógicamente no es lo mismo. Por eso, esta investigación cuenta con dos puntos positivos: el estudio natural del desarrollo de la enfermedad en animales y la posibilidad de tratar con la vacuna contra el cáncer a nuestros amigos peludos.
De momento, la primera fase de ensayos clínicos se ha llevado a cabo con pocos participantes: 4 humanos y 10 perros. Los resultados no han sido perfectos, pero sí muy esperanzadores. Por eso, los autores de la investigación esperan seguir adelante y mejorar cada vez más sus hallazgos.
ARNm para engañar al sistema inmunitario
El ARN mensajero (ARNm) es una molécula que contiene la transcripción de las instrucciones que contienen los genes. De este modo, las células pueden leerlas y fabricar las proteínas necesarias para su correcto funcionamiento.
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En el caso de las vacunas contra la COVID-19, se utiliza ARNm que contiene las instrucciones para la fabricación de una proteína presente en el coronavirus. Al recibirlas, nuestras propias células fabrican esa proteína, engañando al sistema inmunitario, que interpreta que se ha producido una infección. De este modo, se genera la respuesta y la memoria defensiva que resulta tan necesaria de cara a una futura infección real.
En cambio, la vacuna contra el cáncer cerebral que han desarrollado estos científicos funciona de una forma bastante distinta. Lo que ellos han hecho es tomar ARNm de las propias células del tumor que se quiere tratar. Después, las encapsulan de un modo similar a como los virus encapsulan su material genético. Con este disfraz, el sistema inmunitario interpreta que se ha producido una infección viral y dirige su batallón defensivo contra la vacuna, pero también contra el resto de células del tumor. Es algo muy útil, ya que, al extraer el ARN del tumor, esta vacuna contra el cáncer cerebral está totalmente personalizada.
Una vacuna contra el cáncer cerebral más maligno
Esta vacuna de ARNm se dirige al glioblastoma, el tipo de cáncer cerebral más agresivo que existe. Su tasa de supervivencia, tanto en perros como en humanos, es muy reducida. Por eso, cualquier mejoría en dicha tasa se vería como un éxito. Y así fue.
En el caso de los perros, que normalmente viven un promedio de 30 a 60 días después del diagnóstico, se logró elevarlo hasta 139 días. Y con respecto a los humanos, todos permanecieron más tiempo libres de enfermedad o mostraron una supervivencia más larga.
Lógicamente, con 4 participantes no se pueden lanzar las campanas al vuelo. Además, lo ideal sería mejorar aún más esos tiempos de supervivencia o incluso alargar ese tiempo libre de enfermedad de manera que incluso no llegase a reproducirse el tumor.
Queda mucho trabajo por delante, pero parece que esta vacuna contra el coronavirus ha llegado para quedarse. Al menos, es lo que esperan sus creadores. Ojalá, en un futuro, ayude a salvar muchas vidas, tanto caninas como humanas.
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