La Habana/“Hoy es el Día de la Libertad de Prensa. Aquí no hay mucho que ver”. Con este mensaje pesimista, publicado este viernes, resumía la Embajada de Alemania en La Habana la situación del gremio en la Isla. Junto al comentario, un recorte de Granma que ejemplifica sus características: adhesión absoluta al régimen y vocación por la propaganda más que por la información. Varias frases tapadas, al estilo de un censor, remarcaban los tijeretazos editoriales comunes en los medios cubanos.
En el último año, la carrera de Periodismo –que se estudia en varias universidades del país– ha dado signos inequívocos de radicalización. Si hace varios años las facultades estaban abiertas a ciertas críticas o posturas no alineadas completamente con la visión ortodoxa del periodismo, ahora no es fácil desviarse: el Servicio Militar Obligatorio impuesto tanto a hombres como a mujeres que deseen optar por la carrera será un tamiz para amoldar, con más eficacia, a los candidatos.
El régimen ha diversificado sus canales de propaganda y presta mucha más atención que antes a los contenidos que publica en primera plana. Pocos diarios –todos, oficialmente, “órganos del Partido Comunista” en las provincias– se atreven a lanzar un comentario crítico contra la cúpula o a analizar el alto grado de corrupción de los dirigentes locales.
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En la mirilla de los medios estatales han estado, más bien, los cuentapropistas que “hacen trampas” fiscales, los carretoneros agobiados por la proliferación de la basura y que se niegan a recogerla, los matarifes clandestinos, los “antisociales” y, desde luego, los periodistas independientes, contra los cuales no escatiman epítetos.
Desde las protestas del 11 de julio de 2021, el periodismo oficialista ha ampliado sus filas
Desde las protestas del 11 de julio de 2021, el periodismo oficialista ha ampliado sus filas y ha dado legitimidad a propagandistas que difunden bulos y desinformación, como Guerrero Cubano o El Necio; ha redoblado sus esfuerzos para atraer simpatizantes en el exterior a través de medios como Cubainformación; ha enaltecido a figuras de ética cuestionable, como Humberto López o Michel Torres, que han hecho carrera a costa del descrédito de cientos de cubanos, cuyas vidas e identidades exponen sin pudor en Televisión Cubana.
A menudo, las personas que sufren estos sistemáticos asesinatos de reputación no han sido juzgadas en ningún tribunal, aunque López o Torres manejan sus casos asumiendo su culpabilidad.
No fue, por tanto, una sorpresa que el informe anual de Reporteros Sin Fronteras (RSF) volviera a declarar a Cuba este año como uno de los peores países del mundo para ejercer la libertad de prensa. En el número 168 de 180, vuelve a estar cerca de dos regímenes afines: el de Daniel Ortega en Nicaragua y el de Nicolás Maduro de Venezuela.
Mucho tienen que ver los tres países, en los que, desde hace décadas, se persigue al oficio y a quienes lo ejercen. El acoso y detención arbitraria de periodistas independientes –el caso más reciente: José Luis Tan Estrada– sigue siendo la marca más evidente de la falta de libertad de prensa en Cuba. No obstante, eso no ha impedido que los cubanos encuentren, en las páginas de los medios independientes, lo que la prensa del régimen tanto se esfuerza en ocultar: la realidad.
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