Matanzas/Desde hace algunos años la cartografía de Matanzas puede trazarse siguiendo el rastro de las mipymes y pequeños negocios que proliferan en la ciudad. Vendutas a pie de calle, portales de casonas republicanas o almacenes improvisados sirven de locales comerciales para los empresarios independientes de la provincia. Muchos ofertan los productos que escasean o desaparecieron hace años de las tiendas estatales y otros vienen a crear negocios que ni siquiera existían en Cuba.
“¿En qué puedo ayudarlo?”, es la bienvenida que da la recepcionista a Julio en un taller de dispositivos electrónicos ubicado cerca del Parque de la Libertad. “No, baterías de ese modelo no tenemos”, responde a la pregunta del matancero de 56 años, que busca reparar un teléfono que tiene hace meses guardado en una gaveta.
“He venido varias veces a preguntar lo mismo, pero nunca tienen”, cuenta a este diario Julio. “El asunto, me han explicado ellos mismos, es que tienen problemas para ingresar piezas por la Aduana y, por el desfase tecnológico de este país respecto a otros, a veces los fabricantes dejan de producir algunos modelos que aquí todavía usamos. Me parece un despropósito que el Gobierno ponga trabas para que estos negocios importen piezas, cuando el propio Estado no ofrece este servicio y hay que morir con los particulares”, reflexiona el matancero.
Por lo demás, asegura, el servicio es impecable y los precios, aunque altos, son menores que en otros establecimientos. Mientras otros talleres cobran entre 1.000 y 2.000 pesos por el cambio del puerto de carga de un celular, por ejemplo, este cobra unos 800. “Eso los convierte en los favoritos, pero el local está casi escondido y no tiene letreros que indiquen la ubicación del negocio, lo que les quita mucha clientela potencial”, añade.
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En la ciudad han aparecido otros negocios que, no pocas veces con el visto bueno del Estado, ofrecen servicios que los cubanos habían creído que nunca podrían obtener por los canales legales, sin apelar al mercado negro. Es el caso de SuperVisión, ubicada en la calle Milanés, una óptica y tienda de armaduras a la que acuden muchos matanceros a conseguir los espejuelos que les recetan en los hospitales.
La mipyme comparte un pequeño local con una barbería y es justamente uno de los barberos quien explica que el comercio “es una opción ante el desabastecimiento de las ópticas estatales”. “Tú traes la receta y te hacen los espejuelos a tu medida. Puedes venir con las armaduras o escoger entre las que ellos ofertan”.
“Ya me voy con mis espejuelos progresivos”, refiere a 14ymedio una clienta satisfecha que dice no haber encontrado solución para su problema con el Estado, y añade: “Es verdad que aquí los precios son de infarto, pero uno viene con el dinero y resuelve su situación”.
Si algo preocupa a los matanceros, es que comprar en las mipymes y comercios privados se está volviendo tan difícil como hacerlo en los estatales y no por falta de productos. En un negocio “improvisado”, en un portal de la Carretera Central, una dependienta rechaza, sin haber comprado ni una confitura, a varios clientes que traen billetes de 20 o 10 pesos. “Aquí todo se paga con billetes de 50 pesos en adelante”, sentencia. El rechazo a las denominaciones más pequeñas de la moneda nacional se extiende por el país debido a la devaluación del peso cubano.
Un vecino del negocio asegura que a los dueños no les preocupa “espantar” a la clientela con esa exigencia, pues tienen los mejores precios del municipio. “Hoy ves lleno eso y mañana no tienen nada. Venden toda la mercancía en un santiamén”, explica.
Además de los ciudadanos, que encuentran en estos comercios la solución a muchas de sus necesidades básicas, otros negocios pequeños también se aprovechan para obtener productos de primera mano que pueden revender. En la Calzada de Tirry, cerca de la casa donde vivía la fallecida poetisa Carilda Oliver Labra, El Patrón abre sus puertas a las 7:00 am a una multitud que espera desde temprano poder comprar confituras para desayunar o dar de merienda escolar a sus hijos. En la fila espera también Sara, dueña de un carrito que revende los productos de El Patrón en lugares céntricos de la ciudad.
“Esta mipyme es la que más barato vende en Matanzas”, cuenta la matancera de 62 años, que espera en la cola desde las 5:00 am. “Viene mucha gente de lejos también, porque lo que venden es de calidad. Gracias a que encontré este lugar puedo vender los dulces a precios más asequibles en mi pequeño negocio”, asegura.
Otra mipyme de “precios competitivos” es la ubicada en la calle 2 de mayo y que se dedica a la venta de cárnicos, dulces y bebidas que, de otra manera, los cubanos solo pueden adquirir en las tiendas en MLC (moneda libremente convertible). Sus “requisitos para comprar”, sin embargo, también ponen en una situación difícil a más de un consumidor: el pago debe ser en “billetes grandes” y en efectivo. La compra se dificulta cuando, por la falta de liquidez del país, los bancos entregan solo billetes de baja denominación y los cajeros nunca tienen dinero.
Para quien debe abandonar el comercio sin poder pagar y en busca de los “billetes gordos”, la dependienta suelta una sonrisa. “No se apure, que aquí tenemos los alimentos muy bien refrigerados. Vuelva pronto”.
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