Matanzas/Aurelio no ha podido atender, este martes, a ningún cliente en su taller de reparación de teléfonos celulares en Matanzas. Los constantes apagones, especialmente en la zona de la ciudad en que trabaja, afectan su negocio, que depende casi por completo de la electricidad. La situación lo ha obligado a dar, desde hace varios días, la misma respuesta a sus clientes: “Tengo solución para tu teléfono. Lo que no tengo es corriente”.
“Vivo en Pueblo Nuevo, cerca de la terminal de ómnibus, y tengo que venir hasta Allende para cumplir con mi trabajo. ¿Después de una madrugada con apagón en la casa, no es fácil llegar aquí y encontrarse con el mismo panorama?”, refiere a este diario el matancero de 52 años, al que han vuelto a quitarle la corriente, desde las 7:00 am, en su taller.
Su negocio, asegura Aurelio, no es “ni remotamente” el único que sufre pérdidas por los cortes de corriente. “Hasta los comercios estatales se las están viendo negras”. Hace unos días el matancero se acercó a la pizzería estatal Bellamar, ubicada a pocas cuadras de su taller, para buscar algo de almuerzo. El local estaba en apagón y no habían podido elaborar ningún plato. Preguntada por si era posible regresar en un par de horas, la respuesta de la camarera –sonrisa por medio– fue contundente: “Usted puede regresar cuando quiera, pero como no sabemos hasta qué hora será el apagón, ya nosotros nos vamos”.
Las mipymes dedicadas al comercio de alimentos, especialmente que necesitan refrigeración, son otras de las afectadas, y la molestia de sus dueños, que además de ingresos, pierden parte de su mercancía, es cada vez mayor. “Aquí usamos cafetera, tostadora, horno… Todo está electrificado. Con los apagones constantes, cuesta trabajo mantener el helado y los productos fríos con la calidad necesaria”, explica a 14ymedio el dueño de una cafetería en el reparto Iglesias.
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“Tengo un amigo que su mipyme se dedica a la venta de pollo principalmente, y esta semana tuvo que vaciar una nevera completa que ya tenía moscas porque la carne se le había echado a perder”, asegura. Comparado con lo exigente que es el Estado con los particulares, lamenta, “el compromiso es poco”. “Todos los meses tengo que realizar el pago por mi patente, venda o no venda. Y si se aparecen los inspectores, quieren cobrarme una multa por cualquier cosa. Mientras tanto, yo estoy perdiendo dinero y productos por la corriente”, se queja.
Los apagones afectan incluso a los sectores más favorecidos por el régimen, como el turismo, que tiene en Varadero uno de sus enclaves más importantes. Puede que a los hoteles no le quiten la corriente, pero cuando los ómnibus que trasladan a los trabajadores vienen a echar combustible y en el servicentro no hay luz, una operación que debería tomar unos minutos termina convirtiéndose en un trámite engorroso que demora largas horas.
“Ayer estuve aquí hasta las 7:00 pm y no pude cargar combustible porque no había servicio eléctrico y, por tanto, no se podía pasar la tarjeta magnética. Hoy, lo mismo. Decidí esperar un rato, pero si no viene la luz…”, cuenta decepcionado uno de los conductores. Lo mismo ocurre con los turistas que alquilan vehículos y cuando llegan a la ciudad “ni gasolina, ni comida, ni nada”.
La cadena de servicios afectados por los apagones que, según varios matanceros, pueden sobrepasar las ocho horas, es incalculable. “Si no hay luz, no puedes sacar dinero del banco, sin dinero no hay comida ni transporte, y mucho menos energías para enfrentarse a la misma situación todos los días. La lista sigue y, cuando vienes a ver, no puedes hacer nada porque es un servicio esencial”, refunfuña Aurelio.
El único lugar donde no falta electricidad, explica el matancero, es en el barrio La Marina, donde se han producido protestas populares. En el resto de la ciudad, “no importa si es en una sucursal de Etecsa, en el banco, en el bufete o en alguna tienda, donde quiera que uno vaya, hay apagón”.
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