La Habana/Encorvado en su butaca y visiblemente incómodo, Miguel Díaz-Canel grabó el quinto episodio de su podcast no desde la Presidencia, como suele, sino desde el avión. A más de 10.000 metros de altura, gozando –según su equipo periodístico– de una suerte de “complicidad” meteorológica durante un breve tramo sin turbulencias, declaró su objetivo: desmentir las “especulaciones de las plataformas tóxicas” sobre su reunión con Vladímir Putin.
Frente a él, sonriente y dueño de sí, su interlocutor, el canciller Bruno Rodríguez. Lo primero que hizo Díaz-Canel fue defender la legitimidad de Putin en el escenario internacional. Recordó que contaba con el apoyo de la mayoría de los rusos y aludió a lo que, considera, fue la parte más importante de su “misión”: participar, “de manera presencial”, en el Consejo Supremo de la Comisión Económica Euroasiática, del cual Cuba es miembro observador, pero con múltiples intereses.
“Rusia es un gran proveedor de combustible”, resumió Rodríguez. “Es un proveedor importante de trigo. Ha suministrado fertilizantes. Hay un programa que ofrece oportunidades a nuestra economía… que al mismo tiempo reporta beneficios a la economía rusa. Cuba es una puerta hacia la América Latina y el Caribe”. Además, hay más de 300 becarios cubanos en Rusia.
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Hay seis proyectos de negocios en Cuba que funcionan con dinero ruso y otros cuatro, recién aprobados, a punto de implementarse. Otros cinco están en “valoración”, reveló Díaz-Canel. Todos tienen que ver con el sistema energético y la alimentación. Hay, dijo por lo bajo, “dificultades” y reticencias de Rusia para ir más rápido, pero intentará resolverlas cuando vuelva a la Isla.
Hay “dificultades” y reticencias de Rusia para ir más rápido, pero intentará resolverlas cuando vuelva a la Isla
Díaz-Canel se disculpó por “lo incómodo de la situación” de tener que grabar el programa en el avión antes de dar la palabra a Rodríguez. El canciller aseguró que el hecho de que Cuba forme parte del Consejo puede traer grandes beneficios para el Gobierno y un “nivel de vida superior” para los cubanos, en particular en el ámbito energético y alimentario. Hay una “afinidad” con esos países, por remotos que parezcan, adujo: esquivan el comercio en dólares.
Por su parte, el mandatario se interesó en afirmar que el propósito del viaje no era sólo económico, sino entablar amistad personal con los altos dirigentes rusos y los presidentes de la región. Destacó su simpatía por Aleksandr Lukashenko, incondicional de Putin y presidente de Bielorrusia. Fue Lukashenko quien, en la reunión privada de mandatarios, se levantó para decir que el Día de la Victoria –que Rusia celebró esta semana– les pertenecía a también a los demás, porque todos, incluyendo Cuba, eran “ex repúblicas soviéticas”. “Fue una deferencia y puso muy buen tono en aquel ambiente”, aplaudió Díaz-Canel.
Ambos se burlaron del “frío” que tuvieron que sufrir durante el acto público en Moscú, en el cual, acotó Rodríguez, al menos él no era nuevo. Ya había estado junto a Putin antes en un Desfile de la Victoria, acompañando a Raúl Castro. En medio de la “crisis multidimensional” y las “guerras” del mundo de hoy, comentaron, daba alivio ver las “tropas”, los “jóvenes rusos” y los “veteranos” del Ejército de Putin.
“Personas como nosotros”, confesó Díaz-Canel señalando a Rodríguez, “de una generación que nació en la Revolución y creció viendo el desempeño de la Unión Soviética, aquellos desfiles en la Plaza Roja marcaron algo memorable y entrañable en nuestras vidas. Me pasaron muchas imágenes y recuerdos por la mente. La presencia de Fidel en esa plaza…”.
La cereza en el pastel de su “rápida, corta, intensa” visita fue, dijo Díaz-Canel, su conversación con Putin
La cereza en el pastel de su “rápida, corta, intensa” visita fue, dijo Díaz-Canel, su conversación con Putin. Dejó que Rodríguez fuera el cronista de la reunión: “Yo sentí que su presencia –dijo, aludiendo a Díaz-Canel–, la presencia de Cuba, fue muy reconocida por los colegas rusos, en particular por Putin”. La importancia del evento, valoró el canciller, era “que los presidentes conversaran entre sí”.
La relación política entre La Habana y Moscú se ha revitalizado desde noviembre de 2022, cuando el presidente cubano realizó su tercera visita oficial a Rusia y se reunió con Putin. Desde entonces, altos funcionarios han viajado entre Rusia y Cuba, entre ellos, el canciller Serguéi Lavrov, que ha estado dos veces en La Habana en los últimos meses.
La presencia rusa en Cuba también se ha incrementado, como lo demuestra el desfile que, este viernes, realizaron unas 500 personas, en su mayoría rusos residentes en la Isla, pero también estudiantes y simpatizantes cubanos. El “regimiento inmortal” –como denominó la Embajada rusa en La Habana al evento– marchó por Quinta Avenida, en el municipio capitalino de Playa.
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