Miami/Hace tres meses que Estefany (nombre ficticio) llegó desde Cuba a Estados Unidos con el parole humanitario establecido por la Administración de Joe Biden el año pasado y por el momento no parece adaptarse bien al Estado de derecho. La semana pasada, fue despedida de su trabajo en una conocida cadena de restaurantes tras descubrirse que robó varias pertenencias a algunos de sus colegas. Entre ellas, un costoso Apple Watch y una chaqueta.
“La mala maña que tienen muchos cubanos de tomar lo que no es suyo”, dice Nancy, que es la que cuenta a 14ymedio la historia de la mujer con la que trabajaba codo con codo hasta hace unos días. “Por suerte para ella, el muchacho al que le quitó el reloj no quiso denunciar, pero el jefe sí la sacó del trabajo de inmediato”.
Es una historia que se repite. “En la pizzería donde trabajé un tiempo había un fregador que se robaba las cajas de guantes y cuánta cosa se encontrara”, relata Fernando, un chef que llegó a Florida desde la Isla hace dos años por la llamada ruta de los volcanes, vía Nicaragua. “Y cuando lo descubrimos y el jefe lo despidió, antes de irse expresó su inconformidad con el salario que le pagaban”.
- CHECALO -
«En la pizzería donde trabajé un tiempo había un fregador que se robaba las cajas de guantes y cuánta cosa se encontrara»
Este lunes, dos cubanos, Yasniel Acosta Prieto y Ariel Echevarría Borges, fueron detenidos en el condado de Indian River, Florida, al ser sorprendidos robando correspondencia de buzones, un delito federal en EE UU. Según la nota publicada por América TeVé, tenían en su poder al menos 50 cartas con “información sensible” de residentes locales, incluyendo datos bancarios, documentos personales y cheques, que, advierte la Policía, podía ser utilizada para extorsionar o cometer algún tipo de fraude.
“Deberían ofrecer gratuitamente un curso de desintoxicación del castrismo a todos los que emigramos”, dice Fernando, que es comprensivo. “Los cubanos estamos muy intoxicados con tomar lo que no es nuestro. Yo estuve trabajando en unos almacenes por cinco años y vivía de lo que me robaba allí”. Y añade compungido: “Me avergüenza mucho ahora, pero en aquel momento me parecía algo normal”.
«La mayoría solamente venimos a trabajar y a intentar sacar adelante a nuestras familias en libertad»
Casi todos los nacionales de la Isla conocen de primera mano, o de relatos cercanos, el uso de libretas, lápices, gomas, hojas de impresora y todos los implementos de papelería sustraídos por padres o madres de oficinas estatales. O las meriendas que ofrecían en los centros de trabajo. Fernando cuenta también de un amigo carnicero en Miami: “Cada vez que despachaba le robaba al cliente unos gramos de carne, hasta que un día chocó con la realidad. ¿Y yo para qué hago esto, si ya no estoy en Cuba? La cosa era que estaba muy dañado, como todos, por la Revolución”.
Lo malo, dice Nancy, es la percepción que tienen en Florida de los cubanos, especialmente los recién llegados. “No todos somos así”, dice esta joven madre de 30 años, que en la Isla era enfermera y en EE UU se gana la vida como mesera en varios establecimientos, con horarios draconianos. “La mayoría solamente venimos a trabajar y a intentar sacar adelante a nuestras familias en libertad”.
El éxodo sin precedentes que sufre Cuba impacta mayormente en Florida, adonde arriba aproximadamente el 75% de nacionales de la Isla. En un congreso sobre migración celebrado el pasado febrero en Hialeah, las autoridades señalaron que en los últimos años se ha incrementado el número de accidentes, criminalidad y arrestos. Sin embargo, expertos como Jorge Duany, director del Cuban Research Institute, aseveran que no hay datos suficientes para vincular estos números directamente con el aumento de migrantes.
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