Madrid/En medio del desastre que revelan los datos de construcción de viviendas, dos provincias fueron elogiadas la pasada semana por las autoridades por lograr “el incremento indicado en las producciones de cerámica roja cocida”. Aquel día no se dijo cuáles, pero del reportaje publicado este domingo por Granma se deduce que una de ellas es precisamente la que lleva el mismo nombre que el diario oficial del Partido Comunista.
El horno ecológico de Pokarce, un Proyecto de Desarrollo Local que fabrica ladrillos y otros elementos con barro cocido para la construcción, recoge una buena cantidad de elogios por su contribución a mejorar la preocupante situación residencial del territorio, aunque es una excepción.
Existen 13 municipios de Granma con hornos artesanales-temporales para la fabricación de materiales. Uno de sus promotores, Luis Jiménez Perea, explica que el rendimiento también es amplio, ya que fabrica 10.000 ladrillos en 11 horas sin electricidad ni combustible, aunque igualmente a costa de la leña.
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“Con estos hornos hemos logrado producir, solo en el primer trimestre del año, más de 870.000 ladrillos, que equivalen a unas 25 células básicas, además de realizarse 1.000 cubiertas de bóveda”, cuentan desde la empresa. Los mismos hornos impulsan nueve molinos que hay en la provincia para producir cal a partir de las canteras de arcilla, zeolita y piedra caliza. Con eso, se logra extender el cemento.
Los mismos hornos impulsan nueve molinos que hay en la provincia para producir cal a partir de las canteras de arcilla, zeolita y piedra caliza
La idea es, afirma Juan Miguel Téllez Beltrán, subdirector de Producción de la Empresa de Materiales de la Construcción, que haya más hornos de este tipo para hacer de 6.000 a 10.000 ladrillos en una quema, de las tres al mes que permite esta tecnología.
Uno de los nueve previstos que ya está muy avanzado es el de la empresa estatal a las afueras de Bayamo. Este “horno eficiente” será el primero de la provincia y permitirá prescindir de combustible. “Este horno nos va a generar más cantidad y calidad en nuestras producciones”, cuenta Alexis Machado Álvarez, que destaca el cambio de paradigma. “Con los hornos antiguos, que datan de más de 50 años, necesitábamos cerca de 5.000 litros de diésel en cada quema; es decir, que dos quemas eran unos 10.000 litros de combustible, con el impacto que, además, eso tenía en los costos de producción del ladrillo, mientras que ahora solo se requiere de leña, con cantidades por quema que no son significativas”.
En horno lleva dos de sus tres fases de construcción y pronto funcionará únicamente a base de la quema de leña, señalan. Para ello, es de suponer que recibirá alguna de las autorizaciones que deben otorgar las autoridades, según la Ley Forestal para aprovechamiento de estos recursos o la realización de cualquier otro tipo de corta. Entre 2001 y 2021, la deforestación ha ido en aumento en Cuba, donde en dos décadas se perdió un 0,4% del territorio (unas 41.000 hectáreas) a los que hay que unir las que se han quemado en grandes incendios entre 2021 y 2023.
No es la única experiencia promocionada por el oficialismo. El emprendimiento, liderado por el matrimonio formado por Karina Milanés Silvera y Yunier Porto Piña, ha logrado colocar sus producciones en instituciones de Salud Pública y otros negocios privados. La empresa dispone de este tipo de horno –de tiro invertido– que emplea leña con aire inyectado para mejorar la combustión. El resultado es de unas 4.000 rasillas –para impermeabilizar cubiertas– y unos 6.000 ladrillos al día. Aunque los precios no aparecen en la nota, la promotora de la iniciativa afirma que son “asequibles” y la demanda, “constante”.
«Teníamos la licencia y debíamos pagarla cada mes, pero no nos vendían la materia prima ni nos permitían extraerla»
Pero movilizar estos recursos se ha convertido en una prioridad para el Gobierno, que ve cómo el resto de materiales escasean y ha decidido promover las cerámicas para la construcción nacional y dejar el cemento y materiales más nobles para la exportación o las grandes obras públicas. En Granma, el plan de acero y cemento se cumple apenas al 45%, según Sulaida Magdelín Ferrales Cover, directora general de la empresa en la provincia.
La provincia tiene, afirma, arcilla, madera, roca caliza, zeolita y plástico reciclado, que permiten “reforzar el programa de producciones locales de la construcción”, aunque algunos recursos se podrían explotar más si hubiera combustible, lamenta la directiva.
La situación contrasta con la realidad que se vive en algunos territorios, como ocurre en Cayo de Mayabe, en Holguín, un pequeño poblado de alfareros que trabaja al margen de la ley por los problemas burocráticos que les suponía hacerlo de acuerdo con las normas. En medio de las dificultades, su aportación es esencial, ya que suministra la mayor parte de los ladrillos que necesita la ciudad cabecera de provincia.
«Teníamos la licencia y debíamos pagarla cada mes, pero no nos vendían la materia prima ni nos permitían extraerla», contó uno de los alfareros a finales del pasado año a 14ymedio. La situación los empujó a devolver el permiso y empezar a producir por la izquierda. «No nos dejan trabajar pero todo el mundo sabe que el ladrillo con el que se construye en esta ciudad viene del pedacito de tierra este».
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