La Habana/La malanga es de esos productos que los emigrados cubanos buscan en los mercados de la fría Europa con poco éxito. Fea por fuera, manjar por dentro, la vianda es muy apreciada en las cocinas de esta Isla donde tradicionalmente rivalizó con su prima la yuca y el versátil plátano. Pero donde siempre reinó sin sombra alguna fue en los platos de los niños pequeños y de los enfermos convalecientes. Al menos así era, hasta que su precio se disparó.
Hace un año, en las tarimas de la plaza La Calzada, uno de los mercados agropecuarios más importantes de la ciudad de Cienfuegos, una libra del popular tubérculo costaba 60 pesos cubanos. Para ese entonces, ya el puré, las frituras y las mariquitas de malanga habían ido desapareciendo de las mesas más humildes, que la sustituyeron por el más barato boniato o, simplemente, por nada.
Para este mes de abril, la libra de este acompañante de varias recetas criollas ya llegaba a los 95 pesos en La Calzada, después de haber ascendido a los 150 en septiembre y noviembre del pasado año. En doce meses, el precio del producto aumentó un 58% aunque en algunos momentos alcanzó picos más altos, coincidiendo con oscilaciones en su cosecha y con las razias oficiales para imponer precios topados en los mercados.
Zona agrícola por excelencia, la provincia de Cienfuegos tiene una larga tradición de consumo de malanga. Ajiaco que se respete, además de sus mazorcas de maíz y sus trozos de carne de cerdo, debe llevar, sí o sí, porciones de este tubérculo que harán más denso el caldo, le darán un sabor suave y una textura cremosa. Mientras la calabaza se desbarata y el plátano se mantiene más rígido, la buena malanga resulta sedosa al cortarla con la cuchara.
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El puré resultante de aplastarla con un tenedor es delicado, capaz de acompañar cualquier carne, pescado y muy valorado cuando se junta con huevo frito. A los niños les gusta jugar trazando líneas sobre la suave papilla y los bebés abren la boca cuando «el avioncito» de la cuchara, cargada con una crema densa de malanga, se les acerca. El babero se embarra, la silla también se cubre del alimento y los padres relamen las sobras recordando su infancia.
Sin embargo, el tubérculo también puede ser «una cajita de sorpresas», advertía este jueves una cliente ante las tarimas del mercado de 19 y B de El Vedado, La Habana, donde la malanga ha alcanzado esta semana los 200 pesos la libra. «Aquí venden con buena calidad pero en otros lugares he comprado y cuando le he quitado la cáscara ha tenido partes duras o picadas».
La cliente va dos veces al mes a ese mercado, popularmente conocido como La Boutique debido a sus elevados precios y su amplia oferta de productos, a comprar malanga para su madre convaleciente. «Tiene 94 años y ya no puede masticar bien así que se alimenta a base de caldos y puré de malanga», explicó a 14ymedio. «En los últimos tiempos he tenido que sustituir una parte por plátano burro pero no es lo mismo, le provoca mucho estreñimiento».
«Antes, cuando ibas al médico con un malestar digestivo, te decía que solo comieras puré de malanga hasta que te sintieras mejor», recordó la mujer. «Mis tres hijos hicieron la transición de la lactancia a la comida con malanga, como mi mamá hizo muchos años antes conmigo». Pero ahora, «nada más que miro cuánto cuesta la libra me da un retortijón en el estómago».
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