La Habana/Un reportaje especial sobre la falta de almohadillas sanitarias en Ciego de Ávila, publicado este sábado en Invasor, arrasa con la morosa industria en la Isla y pide «calma» cuando la menstruación, reconoce, no espera. De las 100.000 mujeres –según datos de 2022– a las que les toca recibir mensualmente el producto en la provincia, ni una sola lo obtuvo este año, dice el diario oficialista, el único al que se le permite, con límites, ser crítico con la gestión estatal.
«En las postrimerías de abril, las muy conocidas ‘íntimas’ siguen sin asomar en la red de farmacias de, al menos, la mitad del país. En tanto, la ‘calma’ recomendada debe convertirse en alternativas dicotómicas o muy caras –productos importados y productos nacionales revendidos– o muy desagradables –ha sido necesario, como en los años 90, hacer compresas de tela reciclada–», dice tajante Invasor.
Otras alternativas, como el uso de copas menstruales, no cuentan con demasiada popularidad en la Isla. «La copa menstrual es muy cómoda y, aunque es más cara que otros productos de higiene femenina, se recupera la inversión rápidamente cuando dejas de comprar compresas todo el año», dice a 14ymedio Marta, una avileña que, sin embargo, sabe que ese producto debe derribar no solo prejuicios, sino enfrentarse a situaciones prácticas de la vida en Cuba.
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“El problema viene cuando debes manipularla en un baño público, donde casi nunca hay agua, jabón o papel sanitario”
«El problema viene cuando debes manipularla en un baño público, donde casi nunca hay agua, jabón o papel sanitario. Por no hablar de la poca higiene de algunos locales», resalta.
«Con los tampones”», añade, «la cosa es que su uso no es muy popular porque no es un producto que se encuentre con facilidad. Durante un tiempo los vendieron en las tiendas MLC (moneda libremente convertible) y pueden comprarse en grupos de compraventa, pero las mujeres prefieren las íntimas, que conocen mejor y suelen ser más asequibles», señala.
En su trabajo, Invasor también recopila los precios de las compresas en el mercado informal: de la marca Mariposa, de peor calidad, un solo paquete cuesta entre 250 y 300 pesos, un precio «módico» con el que incluso puede solicitarse una entrega a domicilio, ironiza el medio. El resto de las marcas nacionales que se distribuyen en la región central de la Isla, rondan los 400 pesos y, si son extranjeras, hasta 450 por no más de 12 unidades, según comprobó 14ymedio.
El periódico oficialista intentó comunicarse con Arthis, una empresa que, según reportes oficiales citados por Invasor, es de capital cubano e italiano y tiene una capacidad de producción de 20.000 paquetes diarios de almohadillas, pañales y apósitos. No contestaron sus llamadas.
Aunque las compresas de Arthis, vendidas bajo la marca Angélica, deberían, en teoría, comercializarse por canales en pesos y en MLC –como comunicó la empresa tras su remodelación el pasado diciembre–, «las ofertas consultadas estaban todas en páginas de comercio electrónico con pagos desde el exterior», asegura Invasor. Los precios, además, «oscilan entre los 900 y los 1.000 pesos por paquete de 36 unidades».
Pero, más allá de los precios, es la baja disponibilidad la que golpea a las mujeres de la Isla
Pero, más allá de los precios, es la baja disponibilidad la que golpea a las mujeres de la Isla. En una «breve cronología» de los altibajos de la industria, Invasor deja claro que la situación se ha prolongado durante años. En 2016, la fábrica de Sancti Spíritus Mathisa –encargada de surtir desde Matanzas a Camagüey– cerró con una deuda de tres millones de unidades por problemas de logística pero, para 2021, las autoridades avileñas el 60% de las compresas esperadas y la deuda de la empresa espirituana ese año, que nunca se saldó, fue de cuatro millones de unidades.
A partir de entonces, a los obstáculos logísticos se sumaron la falta de combustible y la escasez de materias primas de los últimos años, por lo que la producción de Mathisa ha sido intermitente. La empresa apenas pudo reanudar su producción hace dos semanas –después de pararla en febrero–, cuando recibió el relleno importado para las compresas y ahora intentan producir lo que deben del primer trimestre de 2024.
Por el momento, las mujeres avileñas seguirán a la espera de Mathisa, que «incumple, una y otra vez, su encargo estatal», pero será cada vez más difícil que se atengan al llamado al orden del oficialismo. Lo deja claro Invasor que, en su búsqueda de la «íntima» perdida, sabe que «el precio subsidiado de las humildes almohadillas en moneda nacional no debe ser la única explicación» que den los funcionarios.
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