La Habana/Por los respiraderos al ras de la calle entra la única luz natural que disfrutan los residentes en la “ciudadela” subterránea de Galiano y Virtudes, en La Habana. A través de esas mismas aberturas, sin embargo, también penetró el agua que inundó ese sótano, bajo una farmacia abandonada, donde viven varias familias con niños.
Las tormentas como las que este fin de semana azotaron el occidente de la Isla son fatales para un ambiente que, por naturaleza, está enrarecido y en el que se vive en condiciones deplorables. Los respiraderos dan a la calle, pero también a varios contenedores de basura cuyo hedor la lluvia empeora.
Este sábado, tras el aguacero –que trajo además granizo a varios municipios habaneros– y la inundación, los residentes tuvieron que sacar el agua a cubos. Desesperados, debieron acudir al Estado para que un equipo de bombeo succionara el agua que se acumuló en el sótano a más de un metro de altura.
Que la farmacia bajo la que se ubica la “ciudadela” haya sido clausurada hace diez años, lamentan los vecinos, no es argumento suficiente para reubicarlos: “No hay peligro de derrumbe”, les han dicho, pese a que los ladrillos de la fachada de la farmacia intentan apuntalar los arcos del edificio.
- CHECALO -
Uno de los efectos secundarios de la tormenta han sido, precisamente, los derrumbes de estructuras enclenques y abandonadas como la que, en el matancero barrio de Pueblo Nuevo, colapsó este viernes. El edificio, ubicado en la calle San Juan de Dios, se derrumbó con un gran “estruendo” a las 10:00 pm, según contaron los vecinos a la prensa oficial. Muchos aseguraron que se habían cansado de advertir a las autoridades sobre el peligro. ”Lo que habían alertado finalmente sucedió”, zanjó uno de los entrevistados.
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