Compitiendo en 13 categorías, entre ellas Mejor Película y Mejor Guion Adaptado, la película Oppenheimer encabeza las nominaciones a los premios Oscar, en una ceremonia que podría convertirse en el momento en que Christopher Nolan, realizador de esta biopic sobre el creador de la bomba atómica, reciba por fin, después de 37 años de carrera, un galardón a la mejor dirección por parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
El cineasta más rentable de Hollywood en la actualidad, cuya última creación ha recaudado cerca de mil millones de dólares, y cuya carrera como director se compone de 14 películas, las cuales han sido grandes éxitos comerciales y al mismo tiempo han recibido buena aceptación por parte del público y la crítica. Un director que, como él mismo le dijo al crítico y escritor Tom Shone para la redacción del libro “The Nolan Variations”, siempre se empeña en “hacer la mejor película que jamás haya hecho”.
Reservado al hablar demasiado de su propia biografía, la cual considera lejana a su obra cinematográfica, pues él siempre se ha definido como un “artesano” o un “trabajador del cine” más que un “artista”, según declaró también a Tom Shone, Christopher Nolan nació el 30 de julio de 1970, en Westminster, en el centro de Londres, hijo de una madre británica y un padre estadounidense.
El acercamiento de Nolan a la producción audiovisual fue desde temprana edad, pues su padre trabajaba como director de videos publicitarios e incluso llegó a colaborar con directores como Ridley Scott, Adrian Lyne y Hugh Hudson. Sin embargo, su primer contacto memorable con el séptimo arte fue en Estados Unidos, en 1977, cuando vio la primera película de “Star Wars”, de George Lucas, y luego “2001: Odisea del espacio” (1968), de Stanley Kubrick.
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Con esos antecedentes, a la edad de ocho años, sus padres le regalaron una cámara Super 8, con la que comenzó a hacer pequeñas animaciones y videos caseros, en los que trataba de reproducir escenarios de la icónica saga de George Lucas. Más adelante, cuando fue enviado a estudiar a Inglaterra, descubriría las películas “Blade Runner” (1982) y “Alien” (1979), de Ridley Scott, con las que descubrió la existencia de la figura del director de cine.
Después de esa temporada, Nolan estudió literatura inglesa, mientras hacía cortometrajes en una academia de cine. Ahí se encontraría con la literatura del escritor argentino Jorge Luis Borges, el cual sería esencial en sus películas, al coincidir con sus cuentos en temas similares, como la memoria, la percepción del tiempo y el espacio, y la confusa persecución entre el bien y el mal.
Otras de las influencias que han sido importantes para la obra de este director, son las novelas de Raymond Chandler, la poesía de T.S Eliot, la pintura de Francis Bacon, así como los libros de Ian Fleming, y H. G Wells.
Entre sus primeros cortos, se encuentran “Tarantella”, de 1987, y “Larceny”, que fue proyectado en el Cambridge Film Festival en 1996. Luego aparecería “Doodlebug”, que se ha vuelto una cinta breve de culto en la filmografía de Nolan.
Es conocido por abordar temas existenciales y problemas éticos en sus películas, incluso las que podrían pensarse de un carácter más comercial, así como por utilizar complejas formas de narrar desde distintas perspectivas y tiempos lineales. Esto, como derivación de dos de sus más grandes obsesiones cinematográficas, las estructuras y el tiempo.
“El tiempo es algo que realmente no podemos entender, pero que podemos sentir. Tenemos un poderoso sentido del tiempo, que nos afecta en demasía, pero no sabemos por qué. Tenemos relojes y formas de contarlo, pero el tiempo es completamente subjetivo”, menciona en el libro “The Nolan Variations”.
Su carrera formalmente inició con “Following” (1998), pero comenzaría a repuntar fama hasta el lanzamiento de “Memento” (2000), por la que tuvo su primera nominación a un Oscar como Mejor guion original, y en la que narró la historia de un hombre que busca al culpable del asesinato de su esposa, luego de que sufriera un accidente que le impide poder recordar nada nuevo, por lo que crea un sistema de notas y tatuajes que le ayudarán a resolver el misterio.
Su camino hacia el cine más comercial —el cual ha terminado, en un hecho un tanto insólito, en adaptar a su propia forma de hacer cine—, comenzó con “Insomnia” (2002), y tuvo uno de sus picos más altos al realizar la trilogía “Batman: El Caballero de la noche”, entre 2005 y 2012, un proyecto que llamó mucho la atención al mostrar una historia de superhéroes demasiado humana, con interesantes dilemas éticos y sociales.
“Creo que una de las razones por las que el mito de ‘Batman’ sigue siendo interesante y reinventado por creadores de historietas y cineastas es porque hay en él una paradoja esencial del ‘buen vigilante’, alguien que siente que tiene que recurrir a métodos criminales contra el sistema para arreglarlo. Un interminable dilema en términos éticos”, dijo Nolan, en una charla reciente en Instituto Británico de Filmografía.
Su carrera continuó con las célebres “El gran truco” (2006) e “Inception” (2010), en las que Nolan comenzó a verse cada vez más entusiasta en la exploración del tiempo y los sueños. De estas dos, “Inception” destacó al grado que obtuvo ocho nominaciones al Oscar, incluidas las de Mejor película y Mejor guion original. A estas han seguido las películas “Interestelar” (2014), un hito por su inclusión de teorías posibles en cuanto a viajes espacio temporales, “Dunkerque” (2017) y “Tenet” (2020), que en la misma línea también han sido grande éxitos comerciales.
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