A pesar de ser fundamental para el rendimiento de millones de personas, la cafeína en exceso puede ser perjudicial.
En un mundo en donde se prioriza la productividad, la cafeína surge como un aliado para mantenernos despiertos a lo largo del día. Tan solo en el caso del café, se estima la ingesta de más de 2 mil millones de tazas diariamente a nivel global. De igual forma, bebidas populares como el té y los energizantes contienen niveles considerables de este compuesto.
Los beneficios observados por las personas que consumen cafeína contribuyen en la mejora del rendimiento físico, la disminución de la fatiga y el aumento del estado de alerta.
Más allá de lo positivo, la cafeína en altas cantidades puede ser contraproducente para la salud, provocando afectaciones físicas importantes. Aunado a esto, estudios clínicos demuestran que algunos consumidores generan dependencia, ocasionado problemas de ansiedad e irritabilidad.
El mecanismo de acción
A pesar de no contar con algún tipo de restricción, la cafeína es considerada una sustancia psicoactiva.
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Tiene la capacidad de producir cambios en la percepción, el estado de ánimo y el comportamiento, actuando como un estimulante del sistema nervioso central y bloqueando los receptores de adenosina en el cerebro. La adenosina es una sustancia química cerebral que promueve la relajación y la somnolencia. Al bloquear estos receptores, aumenta la actividad de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, lo que produce mayor energía y atención.
La cafeína es absorbida por el cuerpo a través del intestino delgado. Posteriormente, se distribuye rápidamente por todo el cuerpo, incluyendo el cerebro, donde ejerce sus efectos estimulantes.
Los efectos máximos de la cafeína se presentan entre 30 y 120 minutos después de su ingesta, aunque permanece en el organismo durante varias horas antes de ser metabolizada.
La FDA sugiere qué adultos sin afecciones médicas pueden consumir hasta 400 miligramos de cafeína al día. Lo que equivale aproximadamente a cuatro tazas de café. Sin embargo, es importante tener en cuenta que algunas personas son más sensibles a la cafeína que otras, experimentando efectos secundarios como insomnio, taquicardia y dolores de cabeza. Mujeres embarazadas y personas con problemas cardiovasculares deben limitar aún más su consumo.
Cuando la cafeína se convierte en un problema
El exceso en el consumo de cafeína podría desencadenar una serie de alteraciones negativas en la salud.
Como estimulante del sistema nervioso, existe el riesgo de experimentar irritabilidad, ansiedad e insomnio. Esto infiere con el ciclo del sueño y provoca problemas de descanso a largo plazo. Aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que resulta un problema para las personas con predisposición a la hipertensión, corriendo el riesgo de sufrir complicaciones. A nivel gastrointestinal, puede causar acidez estomacal, inflamación abdominal y el desarrollo de enfermedades como la gastritis.
En cuanto al desarrollo de una adicción por la cafeína, el cuerpo logra tolerar a sus efectos con el tiempo, lo que lleva a un aumento en la ingesta. Esto resulta en una dependencia física, con dificultades para reducir o eliminar el consumo.
Es poco común experimentar una intoxicación por cafeína y que represente un riesgo mortal. No obstante, esta posibilidad se presenta si se ingieren grandes cantidades de bebidas energéticas o suplementos que contengan altos niveles de este estimulante.
Este texto fue escrito por Ana Paola Martínez, periodista mexicana entusiasta hacia temas de índole social. Colabora como redactora en National Geographic en Español.
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