Con Godzilla y Kong: El nuevo imperio, el MonsterVerse regresa al fin a la gran pantalla. Aunque parece reciente, la última película de la saga llegó en 2021. Desde entonces, solo se habían estrenado la serie de acción real Monarch: El legado de los monstruos en Apple TV+ y la serie de anime La isla Calavera en Netflix. Pero los monstruos gigantes deben estar en su hábitat natural, que es el cine. Y por ello, Legendary Pictures y Warner Bros. han encontrado una nueva vía para devolver a los espectadores las criaturas más famosas del séptimo arte.
La historia de Godzilla y Kong: El nuevo imperio recoge el final de la anterior entrega. Es decir, tras derrotar a Mechagodzilla, Kong se ha trasladado hasta la Tierra Hueca, mientras que Godzilla se quedó en la superficie para evitar más problemas entre ambos tras aquella alianza puntual. Ahora, el simio se encuentra muy solo en esa tierra de monstruos que se encuentra bajo la corteza terrestre. Sin embargo, pronto se encontrará con una temible amenaza contra la que tendrá que lidiar. Entre tanto, el rey de los titanes parece percibir lo que pasa en la Tierra Hueca y comienza a reaccionar de una manera extraña.
Godzilla y Kong: El nuevo imperio
El MonsterVerse abraza su lado más gamberro y salvaje con una película que se entrega de lleno a sus monstruos, dejando de lado por fin a los humanos. Un entretenimiento explosivo donde la acumulación de criaturas y la frenética acción toman el control para ofrecer un espectáculo glorioso y disfrutón. Una historia de serie B hecha con los recursos de los grandes blockbusters. Una digna secuela que revitaliza la franquicia una vez más.
Deshumanización
A simple vista, lo que llama la atención ya desde la sinopsis es que el foco de Godzilla y Kong: El nuevo imperio está completamente puesto en sus dos protagonistas principales. Hasta ahora, uno de los elementos que siempre había lastrado al MonsterVerse era esa faceta humana. Todas las películas habían intentado entremezclar dramas vividos por las personas con la acción de los monstruos. A veces salía bien, como en la reivindicable Kong: La isla calavera. Pero la mayoría de veces suponían la parte menos interesante de todo el filme.
Parece que el estudio ha aprendido la lección. Eso no quiere decir que se deshaga por completo de los seres humanos, ni mucho menos. Ahí están Rebecca Hall, Brian Tyree Henry, Dan Stevens y la pequeña Kaylee Hottle. No son un ingrediente del que se pueda prescindir, tal y como demuestran las mejores películas sobre monstruos gigantes de la historia del cine. Pero, por fin, su importancia está mucho más diluida dentro de la saga.
De hecho, tan solo son una herramienta narrativa para hacer avanzar las historias de Godzilla y, sobre todo, de Kong. Y se agradece muchísimo. Hay pequeños intentos de enfatizar sus subtramas, pero al acabar la película la sensación es de que han sido algo meramente circunstancial y utilitario. Es el gigantesco gorila el que lleva sobre sus hombros todo el peso dramático de Godzilla y Kong: El nuevo imperio.
Bajo su monumental estatura se esconde una historia de nostalgia, de querer encontrar su lugar en el mundo y de la pérdida del hogar. También se le muestra un oponente puramente malévolo que funciona como genial contraparte. Han conseguido llevar a la bestia un paso más allá. Por desgracia, siguen sin encontrar la misma tecla para Godzilla que, aunque está por ahí, su historia es muy vaga y tampoco importa demasiado. Aunque siempre es disfrutable ver cómo arrasa con todo a su paso.
¡Pónganle más monstruos!
Otro cambio muy apreciable en Godzilla y Kong: El nuevo imperio es la evolución del propio MonsterVerse a lo largo de los años. La saga comenzó como esas mencionadas historias humanas que chocaban de bruces con monstruos legendarios. Pero ahora, por fin, se han desecho de los remilgos y los prejuicios, dando rienda suelta a lo que deben ser estas películas. Ya en la cinta anterior, Godzilla vs. Kong, no solo se unieron ambos gigantes protagonistas, sino que también se incluyó ese Mechagodzilla. Y también en Godzilla: Rey de los monstruos aparecieron muchos kaijus. Pero esto es ir un paso más allá.
A medida que el metraje avanza, cada vez hay más y más monstruos y criaturas de fantasía o incluso de terror. Desde la primera escena de la película, las intenciones quedan meridianamente claras. Ya no hay miedo a meter toda la carne en el asador. La verdadera sustancia de Godzilla y Kong: El nuevo imperio es poner sobre el tablero monstruos hasta que haya tal sobrecarga que todo se convierta en un festival entretenidísimo, borracho de sí mismo. Una película de serie B de ideas rematadamente descabelladas en el mejor de los sentidos con presupuesto multimillonario. Un acierto grandioso que alegrará la tarde a los fans de este tipo de cine.
Cada pieza en su sitio
La autoconsciencia de saberse una cinta que no es más que bichos irreales dándose mamporros a diestro y siniestro es clave. Una vez se han eliminado las pretensiones de ser cualquier otra cosa, el filme se permite disfrutar. El ritmo es elevadísimo, no paran de pasar cosas porque no hay que darle ni media vuelta en la cabeza a lo que se está viendo. Hay caos, hay destrucción y hay acción a raudales. Solo hay que apagar el cerebro y dejarse llevar por este espectáculo palomitero.
Además, se incluye un componente del cine de aventuras clásico que completa la cuadratura del círculo. Gran parte de Godzilla y Kong: El nuevo imperio transcurre en la Tierra Hueca. Un lugar que se explora a través de los ojos de Kong, por un lado, y de los humanos, por otro. El director Adam Wingard bebe de películas y novelas como El mundo perdido, Jumanji y hasta Indiana Jones. Se lo pasa muy bien presentando rincones y recovecos en una jungla desconocida y con peligros nuevos a cada paso.
Por último, hay que mencionar una vez más el buen aparataje visual de Godzilla y Kong: El nuevo imperio. Pese a su evidente tono desenfadado y casi absurdo, con un humor muchas veces macabro y gamberro, los efectos y el diseño de los monstruos son de primerísimo nivel. La compañía sabe que en esta franquicia está una de sus mejores bazas presentes y por eso dotan de ingentes cantidades presupuestarias a cada nueva entrega para llevar a la gente a los cines. No alcanza en ningún caso la excelencia de Kong: La isla calavera, superlativa en este aspecto gracias a su portentosa fotografía, pero cumple más que de sobra.
En definitiva, Godzilla y Kong: El nuevo imperio es la sublimación de la idea que estaba latente en el MonsterVerse. Una ida de olla sobradamente entretenida en la que los aficionados al cine de monstruos se encontrarán muy a gusto. Una serie B con apariencia de gran blockbuster, llena de criaturas estratosféricamente grandes, mucha acción e ideas disparatadas y ridículamente divertidas. Puro espectáculo palomitero autoconsciente en el que, por fin, los humanos no importan. Todo es sobredosis de kaijus y gorilas.
Godzilla y Kong: El nuevo imperio se estrena el 27 de marzo en cines.
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