Si bien en el pasado las pipas eran de las pocas semillas que comíamos, hoy en día se han convertido en un ingrediente de moda, que se añade a todo tipo de platos. Buen ejemplo de ello es el de las semillas de chía, que no pueden faltar en un buen desayuno aesthetic. Proceden de plantas invasoras y no aportan nada que no contengan otros alimentos mucho más baratos de nuestra dieta, pero la alimentación también sigue sus propias modas. Por eso, no es raro que también haya surgido un movimiento, conocido como seed cycling, basado en el consumo de semillas para regular el ciclo menstrual.
El ciclo menstrual se suele dividir en tres fases, conocidas como folicular, ovulatoria y lútea. En este caso, se divide simplemente en dos, de 14 días cada una. La ovulación se encuentra justo en la mitad, por lo que la primera fase hace referencia a la fase folicular, en la que el ovocito que se había liberado para su fecundación empieza a degenerarse al no recibir ningún espermatozoide. En esos primeros 14 días las hormonas dominantes son los estrógenos. Después, tras la ovulación, en la que se libera un nuevo ovocito, este se va preparando durante la fase lútea, a la vez que aumentan los niveles de progesterona.
Este es un proceso mucho más complejo, en el que intervienen otras hormonas, como la LH o la FSH. No obstante, los defensores del seed cycling consideran que basta con estas dos divisiones para regular todo el ciclo solo con el consumo de cuatro tipos distintos de semillas. Suena de lo más suculento, desde luego. La parte mala es que no tiene ninguna evidencia científica.
¿Qué semillas se consumen en el seed cycling?
Los defensores del seed cycling defienden el consumo de dos tipos de semillas molidas en cada mitad del ciclo. En la primera, la que se corresponde con la fase folicular, habría que consumir semillas de calabaza y lino. Después, en la fase lútea llega el turno de las semillas de sésamo y girasol.
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De este modo, se supone que se regula el ciclo menstrual, se reducen el dolor y los síntomas del síndrome premenstrual, se controla el avance del síndrome de ovario poliquístico y se minimizan los efectos perjudiciales de la menopausia. Incluso hay quien defiende que el seed cycling puede mejorar la fertilidad.
Lo que dice la ciencia
Consumir semillas, como las cuatro protagonistas del seed cycling aporta muchos beneficios, desde luego. Debido a su alto contenido en ácidos grasos, antioxidantes y aminoácidos, entre otras sustancias, resultan de gran utilidad en la regulación de los niveles de glucosa y colesterol, además de la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Está demostrado que los ácidos grasos pueden ayudar a regular el ciclo menstrual. También los antioxidantes pueden tener funciones similares. Por todo esto, es posible que las semillas tengan efectos beneficiosos, eso es cierto. Pero no debemos olvidar que todas esas sustancias se encuentran en otros muchos alimentos. Y también que la composición de los distintos tipos de semillas no es tan diferente.
Hay muy pocos estudios publicados sobre el uso concreto de las semillas a las que hace referencia el seed cycling y no se ha llegado a resultados concluyentes con ellos. Por lo tanto, puede que el consumo de semillas tenga algún beneficio, pero no más que el que aportan otros alimentos ricos en ácidos grasos y antioxidantes.
Además, el seed cycling simplifica demasiado el ciclo menstrual. No todas las personas tienen ciclos de justo 28 días. A veces son ligeramente más cortos o más largos y cada parte puede tener una duración diferente.
Por eso, se trata de un protocolo demasiado sencillo para un problema demasiado complejo.
También hay riesgos
El consumo de algunas semillas conlleva riesgos que no se suelen mencionar al recomendar el seed cycling. En el caso de las semillas de linaza, por ejemplo, pueden interaccionar con muchos medicamentos, alterando sus efectos. Deben evitar consumirlas o consultar con su médico quienes tomen anticoagulantes, antiinflamatorios no esteroides o medicamentos para el colesterol, entre otros. Además, no es recomendable para embarazadas, madres en periodo de lactancia o personas con cáncer de mama.
En cuanto a su consumo en estado crudo, pueden contener sustancias tóxicas o que disminuyen la absorción de nutrientes como el zinc. Esto es curioso, pues uno de los beneficios principales de las semillas de calabaza, que se toman junto a las de linaza, es su contenido en zinc, por lo que no sería la mejor de las combinaciones.
Por otro lado, las semillas de sésamo, tan recomendadas en la segunda fase del seed cycling, aportan muchos beneficios, pero se deben controlar las cantidades. Se ha visto que un consumo excesivo de estas semillas puede hacer caer demasiado los niveles de glucosa en sangre y la tensión arterial. Su fibra también puede formar una capa sobre el apéndice que causa inflamación y dolor. Incluso contienen sustancias que empeoran los síntomas de la gota.
Si se va a recomendar a las personas que tomen semillas en las distintas fases del ciclo menstrual, se debe avisar que no hay evidencia de que les vaya a servir y también que, por muy natural que sea esta dieta, conlleva riesgos si se abusa. Las semillas son perfectamente sanas. Pero, como con tantas sustancias y alimentos, la dosis es esencial.
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