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orrida de banderilleros que resultó animada y muy larga, en la que triunfaron los toros y los toreros, en especial los astados de Rancho Seco.
Los toros de Rancho Seco se juntaron con sus embestidas y un cambio que ha habido en la ganadería. Antonio Ferrera, torero español, tuvo una tarde de triunfo en la que sus pares de banderillas a mí me recordaron el aguante que tenía Carlos Arruza con sus banderillas, un torero de los años 40.
Arruza con su juventud, frescura y aguante, tras pintar las plazas de colores encanto de vida, llevaba la muerte escondida en su toreo de aguante. Juego de manos y cintura con los pi-tones de los toros, mientras los toros le quedaban clavados como cruz en el ruedo y los toros iban amantados especialmente a sus banderillas.
- CHECALO -
Carlos Arruza se levantó en una España posterior a la guerra, con el aguante con las banderillas. Demostró con todo el toreo ylas banderillas un toreo de aguante generando la emoción de que está presente el peligro.
Las banderillas de Carlos Arruza eran fuego deslumbrante, alto voltaico que lidiaba y con el aguante en el ruedo como gusta en México para lucir su tanta soberbia que brillaba en el centro del redondel y la llenaba de honduras, que eran los fulgores al despedir el frío y la negrura del invierno y dar paso a una juventud pujante cual sol radiante.
Antonio Ferrera, uno de los sucesores de Carlos Arruza, le puso pasión y grandeza a esta fiesta propiciadora de fugaces ensueños, ilusiones que distinguían en el fondo del ruedo como humo de incienso que se elevaba a los tendidos e incendiaba la plaza calentando la mole de cemento al enfriar la tarde.
Me gustaba en especial una tanda de pases naturales a su segundo enemigo, el diestro español cargó la suerte y se consagró como un torero dominador y al gusto de los aficionados mexicanos.
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