La Habana/“No eran escritores, sino funcionarios de alto nivel del aparato cultural castrista”. El poeta y editor exiliado Luis de la Paz resumía este martes, con este diagnóstico, el talante de la delegación de la Isla en la recién concluida Feria Internacional del Libro de Tampa, en el estado de Florida (EE UU). La presencia en el encuentro de intelectuales afines al régimen ha desatado un aluvión de críticas sobre los directivos del evento, quienes alegaron que pretendían lograr “un foro inclusivo”.
Según el escritor Alberto Sicilia, organizador de la feria, las negociaciones con La Habana y los retrasos de las visas impidieron que en el programa del evento se anunciara la asistencia de los oficialistas. Desde Tampa se enviaron al Instituto Cubano del Libro tres invitaciones para los escritores Maylén Domínguez, Alexander Bessu y Soleida Ríos –todos del circuito literario estatal–, mientras que el oficialismo propuso que se invitara a otros tres.
Acabó asistiendo un grupo mayor, en el que se encontraban comisarios culturales históricos como Francisco López Sacha y Rigoberto Rodríguez Entenaza, además de Olga Marta Pérez, Duandy Oscar Gómez y Osmany Echevarría, todos con cargos en instituciones de Cultura.
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Sicilia lamentó que la polémica transcurriera sobre todo “virtualmente” y contra “guapos de cristal”, si bien celebró que durante las presentaciones de la feria numerosos intelectuales –entre ellos el propio De la Paz– manifestaran su descontento con los oficialistas “frente a frente”. Alegó, además, que en Tampa se dio un “espacio para la denuncia del comunismo internacional y especialmente de las atrocidades de la dictadura cubana”.
Sicilia lamentó que la polémica transcurriera sobre todo “virtualmente” y contra “guapos de cristal”
Añadió que tenía la intención, en futuras ediciones del encuentro, acoger a otros escritores de Cuba, Venezuela y Nicaragua, “países cercenados”, aunque no especificó si cursará invitaciones tanto a independientes como oficialistas. Además, informó de que pretende reunir y publicar un “compendio” de las críticas y reflexiones emitidas sobre la feria.
El escritor acotó, por último, que muchas editoriales y autores tenían conocimiento de que se invitaría a varios autores residentes en Cuba. De la Paz, sin embargo, niega haber conocido con antelación que vendría una delegación de La Habana. Pocos días antes de comenzar el evento, al revisar el programa “no oficial”, constató –con “alegría”– que no vendría “nadie de la Isla”.
“Todo dio un giro el sábado cuando de repente se comenzó a hablar de que habían llegado los invitados desde Cuba. ¿Qué invitados de la Isla?, me pregunté y comencé a buscar información”, relató De la Paz. Al preguntarle a Sicilia, este respondió que hasta el día anterior no habían recibido visas para viajar a EE UU.
Muchos, al saber que comisarios con un largo historial al servicio del régimen estaban en Tampa, reaccionaron con “caras largas, comentarios de desaprobación, incluso de malestar”. Otros, sin embargo, no solo no actuaron sorprendidos, sino que los saludaban “se les veía juntos, riendo, triunfantes”, en “callada complicidad”.
“¿Quién invitó a esos comisarios políticos que firmaron una carta redactada por la censora Uneac (Unión de Escritores y Artistas) apoyando la represión brutal y las largas condenas a quienes salieron a protestar el 11J pidiendo cambios en Cuba? ¿Cómo un ser como Francisco López Sacha se presenta en el foro libre de Tampa, cuando la escritora María Cristina Garrido está en estos momentos en prisión, condenada a siete años de cárcel por salir a la calle el 11J?”, criticó De la Paz.
La “manipulación” y la “encerrona” de los organizadores –definió el poeta– deja muchas preguntas sin responder, sobre todo por lo oculta que se mantuvo la visita de los oficialistas hasta el último momento. Además, pregunta, ¿quién pagó sus pasajes y demás gastos a “la avanzada cultural del castrismo” en el sur de Florida. “Personalmente tengo por principio no participar en encuentros de las dos orillas, ese eufemismo que establece claramente la diferencia de los serviles al castrismo y el exilio, me sentí utilizado por la feria, vilmente engañado por Alberto Sicilia”, zanjó.
La “manipulación” y la “encerrona” de los organizadores –definió el poeta– deja muchas preguntas sin responder
Numerosos intelectuales cubanos –tanto exiliados como residentes en la Isla– han comentado el hecho con opiniones enfrentadas. Mientras el poeta Manuel Vázquez Portal –encarcelado durante la llamada Primavera Negra de 2003– opinió que la feria permitió mostrar una Cuba “con todos sus matices”, otros, como el ensayista Antonio José Ponte, criticaron su “maraña”.
Utilizando su conocido seudónimo, Fermín Gabor, Ponte señala que “los organizadores de la Feria del Libro de Tampa sabían muy bien lo que estaban haciendo, la trampa que fabricaban para otros autores y la plataforma que brindaban a los representantes del régimen”. “Saludada desde el Minrex y la Embajada de Cuba en Washington por sus complicidades, si la Feria del Libro de Tampa se arriesga a una segunda edición, sus invitados quedan suficientemente avisados de cómo es allí el juego”, advertía.
En efecto, tanto la prensa oficial como la Cancillería –además de los miembros de la delegación– aplaudieron el viaje de los oficialistas a Tampa. La Cámara Cubana del Libro –entidad a la que, sobre el papel, representaban López Sacha y los demás– festejaba “la contribución de numerosos académicos y promotores de Tampa” que había permitido la realización del evento.
Por su parte, en un insólito arranque de patriotismo histórico, el Ministerio de Cultura recordaba que “Tampa continúa siendo el hogar de los cubanos descendientes de las familias fundadoras de la ciudad” y aseguraba que la feria era un “espacio seguro” para “interactuar”.
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