Madrid/“Yo comprendo a los jóvenes que se van”, responde tajante Silvio Rodríguez cuando se le pregunta por la ola migratoria en Cuba. El trovador, como de costumbre, atempera a continuación. “La vida es una sola y la situación en Cuba es bastante difícil. Nos ha tocado un relevo de generaciones bajo la presión de un cerco. Los más altos logros de Cuba, como las escuelas, siguen funcionando con muchas dificultades; nuestros hospitales también trabajan, aunque con menos personal, recursos y medicamentos”, añade.
El periodista de El Español, un diario digital con sede en Madrid, trató de poner en algún apuro a Rodríguez con sus preguntas, y el cantautor, pese a estar curtido ya en muchas batallas, dejó –una vez más– claro en sus respuestas que está poco dispuesto a apartarse de la línea oficial. Lo hace al argumentar de dónde vienen los males de los cubanos. “No se puede olvidar que sobre Cuba pesan sanciones imperiales muy injustas, condenadas durante décadas –al menos verbalmente– en Naciones Unidas. Aunque el Gobierno de Estados Unidos dice que el bloqueo no existe porque nos venden pollo congelado, lo cierto es que la presión económica ha sido fiel a lo predicho por aquel subsecretario hace 60 años: la inducción del descontento a través de la asfixia económica”, señala.
«Los más altos logros de Cuba, como las escuelas, siguen funcionando con muchas dificultades; nuestros hospitales también trabajan, aunque con menos personal, recursos y medicamentos»- CHECALO -
A nivel internacional, el mejor ejemplo se ve al hablar de la invasión de Ucrania, así mencionada por el redactor, que le pregunta si no le es posible criticar a Vladímir Putin, que está “bastante lejos de los valores del comunismo”.
“Dicho así: ‘la invasión rusa en Ucrania’, confieso que a mí tampoco me agrada”, responde el trovador, que a continuación saca el habitual arsenal del oficialismo y cita como origen de la guerra la Revolución del Maidán, el conflicto en el Donbás y la eventual entrada en la Otan –propiciada por EE UU– de Ucrania. “Yo no entiendo por qué Europa Occidental no se acercó a Rusia”, reflexiona.
Más cauto es Rodríguez al hablar de España. Aunque confiesa su predilección por Pablo Iglesias y José Carlos Monedero –dos de los fundadores del partido de izquierda Podemos–, indica que no le gusta “opinar de la casa ajena”. Otra de cal viene, no obstante, cuando deja caer que la izquierda se ha moderado para evitar un posible crecimiento de la extrema derecha, pero también da la de arena y aprecia que desde ese país “se esté defendiendo al pueblo palestino, que necesita más que nunca la solidaridad del mundo”.
El entrevistador tampoco deja escapar ese tema. Rodríguez subraya que muchos israelíes no están de acuerdo con la manera en que sus dirigentes abordan la cuestión Palestina y, sin embargo, EE UU ha decidido apoyar a “los que buscan quedarse con todo el territorio, obviamente para que les sirva como punta de lanza en la región”.
“Dicho así: ‘la invasión rusa en Ucrania’, confieso que a mí tampoco me agrada”
El artista niega que haya “una ola de derecha reaccionaria” en América, como le plantea el entrevistador y considera que el fenómeno es global y que viene azuzado por la pandemia, que provocó una crisis mundial aprovechada, a su juicio, por la derecha para criticar a los “gobiernos progresistas”. Más llamativo es que hable de imperios decadentes y guerra por la dominación económica a la vez que lamenta que haya “cero espacio para China y para Rusia”, dos de las tres potencias económicas mundiales.
En cuanto a la propia ideología, Rodríguez resta importancia al hecho de que la derecha haya “tomado la bandera de la libertad”, como le indica el reportero, y señala que se trata de una idea distinta de ese concepto. “Parece ser una libertad condicional, porque la esencia de su práctica es la impunidad del fuerte contra el débil”, argumenta, a la vez que opina que los tiempos han cambiado. “[Antes] era muy buena onda aspirar a ser ‘el hombre de casa’. Hoy dices eso y lo menos que te dicen es misógino”.
Rodríguez, que ha lanzado varias diatribas contra el Gobierno actual de la Isla, se escurre a la hora de criticar abiertamente a Díaz-Canel. “¿Resultaría hoy más difícil ser un trovador del régimen revolucionario, despojado de la heroica del levantamiento, la victoria y el carisma de sus líderes?”, le preguntan. “Supongo –contesta– que no tan difícil como ser periodista del capitalismo, después de ser tan evidente que a ese régimen le interesa más la industria armamentista y la filosofía del despojo que el bien común”.
“Pablo y yo nunca tuvimos una confrontación ideológica. Por supuesto que a veces opinábamos distinto sobre algo”
El reportero insiste en si no es más difícil defender a un burócrata que a un líder carismático como fue Fidel Castro. “Coincidir en principios como la soberanía y la justicia social no tiene que significar ser un idólatra”, rechaza, convencido de no haber admirado –al menos, más de lo debido– al fallecido ex presidente.
En la entrevista también hay espacio para hablar de música –el trovador dice no despreciar el reguetón aunque no le guste y sostiene que hay músicos jóvenes brillantes en la Isla– y, sobre todo, de los amigos muertos, entre ellos y muy especialmente, de Pablo Milanés, junto a quien dice sentirse todo el tiempo. “Pablo y yo nunca tuvimos una confrontación ideológica. Por supuesto que a veces opinábamos distinto sobre algo”, advierte.
En cuanto al futuro, lo ve con optimismo, pese a lo aparentemente hostil del momento. “El amor existe. El abuso de los falsos mayores sigue indignando y ese sentimiento, cuando es por el bien común, siempre valdrá la pena, más si se acompaña de la acción. Por último, creerse joven a los 77 pudiera ser un tanto pretencioso. Prefiero, como dijo Clint Eastwood, no dejar entrar al viejo que cada mañana lo intenta”.
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