Suele decirse que Julio Verne fue un gran visionario. Tanto como para escribir 20.000 leguas de viaje submarino una década antes de que se publicase la primera patente de uno de estos vehículos que navegan bajo el mar. También fue un pionero en la descripción de los viajes espaciales. Lógicamente, había mucho de fantasía, no dejaba de ser un escritor de ficción. Pero demostró que salir de la Tierra y llegar a lugares tan recónditos como la Luna era viable. Eso sí, el hecho de usar una bala de cañón para llegar al espacio sí que era exagerado. O quizás no tanto, pues ahora un equipo de científicos chinos quiere usar un mecanismo similar para enviar astronautas más allá de los confines de la Tierra.
Estos investigadores son conscientes del inmenso gasto de combustible que supone llegar al espacio. De hecho, no son los únicos. Durante años, se han investigado alternativas, como un ascensor espacial o un viaje interestelar en globo. También se han explorado opciones en las que se ahorra mucho combustible, pero las velocidades no son seguras para impulsar astronautas en las naves.
Los científicos chinos, en cambio, creen que gracias a un cañón impulsado por una pista de lanzamiento electromagnética se podría catapultar a los astronautas para llegar al espacio con un gasto de combustible mínimo. No es exactamente lo que describió Julio Verne, pero se parece lo suficiente como para admirar su trabajo aún más si cabe.
Un cañón para llegar al espacio
El plan de estos científicos chinos es usar una nave espacial hipersónica, acelerada en una pista electromagnética gigante. Después, saldría de ella a Mach 1,6. El número Mach es una medida relativa de la velocidad, que se utiliza midiendo la velocidad real de un objeto, en este caso la nave espacial, entre la velocidad del sonido. Por lo tanto, la nave alcanzaría casi el doble de la velocidad del sonido.
- CHECALO -
Llegados a este punto, la nave ya sí encendería sus propios motores y saldría de la Tierra aún más rápido, a una velocidad siete veces mayor que la del sonido. Obviamente, esto implica un gasto de combustible, no basta con el empuje del cañón para llegar al espacio. No obstante, sí que se ahorraría todo el combustible que normalmente se emplea con los cohetes convencionales.
Todavía queda mucho para soñar como Julio Verne
En realidad, incluso demostrando que es posible, aún queda mucho para llegar hasta ahí. De momento, los científicos chinos han hecho algunas pruebas con una pista de lanzamiento mucho más pequeña, de unos 2 kilómetros de longitud. Con ella, se ha logrado lanzar objetos a una velocidad de 1.000 kilómetros por hora.
Esto se consigue gracias a una especie de imanes configurados para, en vez de pegarse, como harían normalmente al acercar sus polos opuestos, empujarse los unos a los otros. Cuantos más imanes, mayor será el empuje y, por lo tanto, más velocidad se podrá alcanzar.
Con unos raíles más largos se podría lanzar la nave a una velocidad suficiente para llegar al espacio. De momento tienen solo la teoría y un poquito de práctica, pero necesitan practicar mucho más.
Si todo va bien, llegará un día en el que los humanos puedan ser catapultados al espacio con un gasto mínimo del combustible. Visto así, la realidad es que Julio Verne se quedó corto.
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