▲ Un subconjunto de luz ultravioleta extrema que resalta las temperaturas muy calientes del material que forma las llamaradas y que está coloreado en verde azulado.Foto Europa Press
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Periódico La Jornada
Viernes 23 de febrero de 2024, p. 7
Madrid. El Sol emitió dos fuertes erupciones en cuestión de horas, coincidiendo con el pico de actividad en el presente ciclo de nuestra estrella, de 11 años.
La primera alcanzó su punto máximo a las 11:07 UTC el 21 de febrero, y la segunda lo registró a las 6:32 UTC de ayer, informa la NASA.
El Observatorio de Dinámica Solar (SDO, por sus siglas en inglés) de la NASA, que vigila al astro constantemente, captó en imágenes los destellos brillantes en el área superior izquierda del astro. Las imágenes muestran un subconjunto de luz ultravioleta extrema que resalta las temperaturas extremadamente calientes del material que forma las llamaradas y que está coloreado en verde azulado.
Las erupciones solares son poderosas explosiones de energía. Éstas y las llamaradas pueden afectar las comunicaciones por radio, las redes de energía eléctrica, las señales de navegación y representar riesgos para las naves espaciales y los astronautas.
La primera llamarada se clasifica como X1.8. La segunda, como X1.7. La clase X denota las más intensas, mientras el número proporciona más información sobre su fuerza. Estas erupciones se suman a las registradas los días 9 y 16 de febrero.
Nuestro Sol está formado por un gas ionizado caliente conocido como plasma. Enormes flujos de ella y convección conspiran juntos para formar campos magnéticos dentro del astro, que se manifiestan en la superficie como manchas oscuras, las cuales son comparables al tamaño de la Tierra y sedes de un intenso magnetismo, unas 10 mil veces más fuerte que el campo magnético del planeta.
A veces, los campos magnéticos de las manchas solares se ven alterados en acontecimientos violentos que dan lugar al nacimiento de tormentas magnéticas solares, como llamaradas o eyecciones de masa coronal. Liberan radiación de alta energía y arrojan grandes cantidades de plasma magnetizada al espacio exterior. Las más intensas de estas tormentas pueden causar graves daños a los satélites en órbita, a las redes de energía eléctrica y a las telecomunicaciones cuando se dirigen a la Tierra.
Cientos de años de observaciones desde principios del siglo XVII muestran que el número de manchas solares observadas en el Sol varía periódicamente. Alrededor de cada 11 años, el número de manchas y la intensidad de la actividad solar alcanzan un pico cuando se esperan las perturbaciones más violentas en los entornos espaciales planetarios (o el clima espacial). Sin embargo, predecir cuándo se producirá este pico sigue siendo un desafío.
El ciclo solar se produce mediante un mecanismo de dinamo impulsado por la energía procedente de los flujos de plasma del interior del astro. Se entiende que este mecanismo involucra dos componentes principales del campo magnético, uno que se manifiesta en el ciclo de las manchas y otro que se expresa en un reciclaje del campo dipolar del Sol a gran escala; este último es muy parecido al campo magnético de la Tierra: se extiende de un polo del astro a otro. Con el ciclo de las manchas solares, también se observa que el campo dipolar aumenta y disminuye en fuerza, y los polos magnéticos norte y sur intercambian lugares, también cada 11 años.