Miami/Con las cifras proporcionadas el lunes en el primer congreso sobre inmigración de Hialeah, en Florida, se entiende que las autoridades locales estén preocupadas. Según recogen en diversos medios estadounidenses, se estima que de los 420.000 inmigrantes que ingresaron en EE UU procedentes de Cuba en los dos últimos años, el 75% (o sea, 315.000) se dirigió al sur de Florida y, gran parte de ellos, a Hialeah.
El alcalde de la ciudad, Esteban Bovo, mencionó que son unos 80.000. En declaraciones a América TeVé, sugirió que el propósito del encuentro era “no solamente ayudar a esas personas a adaptarse, sino comunicarle al Gobierno federal la ayuda que hace falta para una ciudad como la nuestra”.
Al foro también asistieron diversos cuerpos de seguridad, que aseguran que en los últimos años se ha incrementado el número de accidentes, criminalidad y arrestos. El jefe de la Policía local, George Fuente, aclaró que su presencia era “para dejarles saber lo que hemos enfrentado” y no “para ver si una persona está indocumentada o no”. Lo que observa el cuerpo al que pertenece, son “ciertas cosas” que indican que “hay más personas en la ciudad”.
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La presión migratoria, dicen además, ha provocado una “crisis inmobiliaria” en Hialeah, con un alza del precio de los alquileres y el aumento de “casas móviles”, un tipo de “vivienda alternativa que no es aceptable en la ciudad”, en palabras del alcalde.
“Esos son cálculos de las autoridades y del alcalde Esteban Bovo. No me cabe ninguna duda de que han llegado muchos, pero afirmar que son 100.000 o 200.000 es un poco arriesgado”
Sin embargo, Jorge Duany, director del Cuban Research Institute y profesor de Antropología en el Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Universidad Internacional de Florida (FIU), matiza el alarmismo. Los datos por sí mismos, dice, “son impresionantes”, pero tal y como se han hecho públicos, no desglosan cuántas personas fueron interceptadas en la frontera con México, cuántas tienen orden de deportación, cuántos se quedaron, cuál es su estatus migratorio, y todos los problemas técnicos derivados que dificultan el tratamiento riguroso de las estadísticas.
“Esos son cálculos de las autoridades y del alcalde Esteban Bovo. No me cabe ninguna duda de que han llegado muchos, pero afirmar que son 100.000 o 200.000 es un poco arriesgado”, refiere en conversación con 14ymedio. “Y, peor aún, correlacionar esa inmigración cubana reciente con problemas de criminalidad, desempleo o con otro tipo de problemas sociales es muy prematuro”.
En cuanto a los supuestos problemas de sobredemanda de vivienda, indica que se puede suponer que “muchos de los que están ocupando esos espacios móviles sí son inmigrantes recientes que no pueden pagar los alquileres regulares”, pero que en realidad “no existen estudios a la fecha, y si existen no han sido publicados”, pues es un fenómeno muy reciente. Para este especialista, es apresurado sacar conclusiones.
¿Y qué sucede con el aumento de criminalidad? Duany recuerda que esto ya ocurrió antes en Miami. Sin ir más lejos, entre abril y octubre de 1980, durante el éxodo del Mariel, “hubo una histeria colectiva sobre la llegada masiva de cubanos en un solo año”. Entonces se destacaban las mismas preocupaciones que hoy: la criminalidad, el desempleo, el deterioro de la calidad de vida de la ciudad debido a la llegada de cubanos.
Durante el éxodo del Mariel, “hubo una histeria colectiva sobre la llegada masiva de cubanos en un solo año”. Entonces se destacaban las mismas preocupaciones que hoy
“Hoy, casi 45 años después, quizá se pueda ver con más calma, para ver cuánto realmente aportaron esos inmigrantes del Mariel a determinados problemas que existían”. El experto en migración concede que “no se puede tapar el cielo con las manos”, pero sí se puede dilucidar “si fueron los causantes de un problema económico y social o si fueron, más bien, una gran cantidad de personas que llegó en un momento en que la ciudad estaba atravesando por una crisis económica”.
Preguntado por cierta xenofobia que se observa en los cubanos asentados en Florida desde hace décadas respecto a los “nuevos”, el profesor de la FIU afirma que se trata de un patrón bastante común en la inmigración de diversas procedencias. “No creo que los cubanos hayan inventado ese fenómeno. Históricamente se vio en los alemanes del siglo XIX. En ese momento también surgió una especie de corriente ‘antimigratoria’ frente a los que llegaron más tarde y que eran gente más pobre, con menos educación, y ya al principio del siglo XX, muchos que eran judíos. Es una historia bastante común. Los primeros que llegan y que tienen un cierto nivel socioeconómico más elevado miran un poco a los que llegan después con cierto desdén y desprecio”.
El otro aspecto que nota Duany, y que se aborda tanto en foros como en niveles políticos y legislativos, tiene que ver con el cuestionamiento de la oleada migratoria reciente de cubanos y el otorgamiento de derechos y de ayudas, como la Ley de Ajuste, que permite la residencia después de un año y un día de permanecer en territorio estadounidense.
El argumento del senador republicano Marco Rubio y de sus seguidores, cita el especialista a modo de ejemplo, es que una vez que estas personas obtienen la residencia regresan a Cuba y eso no habla bien de su carácter como refugiados. Pero, argumenta: “Hay que recordar que quienes hoy reciben a los inmigrantes son sus parientes, que viven aquí y que llevan más tiempo. Son quienes los ayudan a establecerse.
Más del 75% de la población de Hialeah es de origen cubano, lo cual le hizo acreedora, hace unos años, del calificativo de “ciudad menos diversa” de Estados Unidos por origen étnico. Un 96,3% de sus residentes se identifican como hispanos o latinos.
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