“Las mujeres cuidadoras de personas con discapacidad o personas adultas mayores en situación de postración por edad avanzada estamos cansadas de no ser visibles ni siquiera en nuestros círculos más cercanos”, expresan en entrevista Rosalía Hernández Vázquez y Nadia Soto, integrantes de la Red de Cuidadoras Veracruz.
Pérdida de empleo por permisos, falta de acceso a seguridad social, incomprensión y desarrollo de trastornos de ansiedad y depresión son algunas de las consecuencias de ser cuidadoras en un sistema que no solo no las protege, sino que las invisibiliza, declaran.
En entrevista en el marco del arranque de la iniciativa #YoTambiénVoto2024, en pro de las personas con discapacidad, aclararon tener el amor y el coraje suficientes para atender a sus seres queridos, sin embargo, se debe legislar para lograr una mejor calidad de vida, indican.
Nadia Soto enfatiza en el tema de género y en las cuidadoras de personas con discapacidad; refiere que en su gran mayoría, los hombres eluden la responsabilidad, dejando a las madres con la labor de cuidadoras y la búsqueda del sustento diario.
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Aunque hay distintas catalogaciones para las cuidadoras, las integrantes de la Red recuerdan los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, los cuales indican que en 2022, 31.7 millones de personas de 15 años y más brindaron cuidados a integrantes de su hogar o de otros hogares.
De la población mencionada, 75.1 por ciento correspondió a mujeres y 24.9 por ciento, a hombres. Además, las mujeres que son cuidadoras principales dedicaron, en promedio, 38.9 horas a la semana a la labor de cuidados.
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Rosalía Hernández y Nadia Soto subrayan que no se les debe hacer a un lado cuando el mismo Inegi expone que las mujeres que proveen cuidados son más susceptibles de sentir cansancio, disminuir su tiempo de sueño, sentir irritabilidad, vivir depresión e, incluso, ver afectada su salud física.
“El mismo amor que utilizamos, es el mismo que nos consume”, afirma Nadia Soto, quien es mamá de una persona con discapacidad intelectual y epilepsia y comparte recién salir de una depresión mayor, con una experiencia conjunta de miedo, al haber visto a su hijo convulsionar durante 17 minutos.
Pese al pronóstico poco favorable, dice seguir celebrando cada uno de los logros. Sí, afirma, “somos guerreras, pero ¿cómo nos sostenemos económica y emocionalmente estables?”.
Además de la importancia de legislar tomándolas en cuenta, a la sociedad en general le recuerda que pueden no tener una discapacidad desde el nacimiento, pero nadie está exento de poder tener una enfermedad o accidente y necesitar de una persona cuidadora.
“Solo hasta que necesitas a una enfermera te das cuenta que si tienes siete mil u ocho mil pesos en la bolsa mensualmente, podrás pagarle, si no, recurrirás a una cuidadora”.
Señala que a esa cuidadora no se le da un salario ni se dimensiona cuánto vale su trabajo, por eso, remarca, se necesita una sociedad más sensible.
Enfatiza que antes las cuidadoras no hablaban, pero ahora sí y advierte que seguirán incomodando: “Los grandes avances de la humanidad en leyes son por cosas que duelen, que pican, y yo no voy a quedarme callada”, expresa.
A todas las personas cuidadoras interesadas en tener un acompañamiento, hablar o unirse a la lucha por su visibilización, Rosalía Hernández las invita a ponerse en contacto mediante el 2282 20 52 70.
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