(EFE).- Las diferencias dentro del partido gubernamental de Bolivia que comenzaron a notarse hace dos años escalaron durante 2023, hasta el punto de alcanzar al presidente del país, Luis Arce, y al ex mandatario Evo Morales, quienes terminaron el año calificándose mutuamente de «opositor», «enemigo» y «traidor».
Arce fue ministro de Economía de Morales (2006-2019) durante 12 de sus casi 14 años de Gobierno y fue el mismo ex presidente quien lo eligió como candidato a la Presidencia por el Movimiento al Socialismo (MAS) para las elecciones de 2020.
El cisma en el MAS inició a fines de 2021, cuando Morales y sus sectores leales dentro del oficialismo exigieron que Arce cambiara a algunos ministros, lo que no ocurrió.
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Luego vinieron las denuncias de Morales, presidente del partido, por supuestos hechos de corrupción y protección al narcotráfico desde el Ejecutivo
Luego vinieron las denuncias de Morales, presidente del partido, por supuestos hechos de corrupción y protección al narcotráfico desde el Ejecutivo. Las autoridades nacionales negaron las acusaciones.
Si bien desde entonces hubo cruces de imputaciones entre los afines a Morales y los leales a Arce, ninguno de los líderes hizo alusiones directas o personales al otro hasta este año, cuando el distanciamiento entre ambos se hizo patente.
Uno de los momentos más tensos se dio hace medio año por la censura en el Legislativo del ministro de Gobierno (Interior), Eduardo del Castillo, el más cuestionado por Morales.
La censura parlamentaria supone la destitución de la autoridad en cuestión, pero Arce decidió retirar a Del Castillo y ratificarlo de inmediato, lo que Morales consideró que equivalía a «defender la corrupción».
El quiebre se profundizó por el congreso nacional del partido celebrado en octubre pasado, cuando Morales fue ratificado como presidente del MAS y se le nombró «candidato único» para las elecciones de 2025. Arce y su vicepresidente, David Choquehuanca, no asistieron al congreso al considerar que las organizaciones sociales, base del partido, no estaban debidamente representadas.
Las tensiones volvieron a aumentar después de que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) decidiera anular el congreso e instruir que se convocara a uno nuevo.
Morales ha acusado insistentemente a Arce de «traición», de buscar la «proscripción» del MAS o de querer tomar el control del partido para evitar su candidatura en 2025, además de asegurar que el Gobierno se «derechizó» y que el presidente y vicepresidente son «el primer enemigo».
Arce, por su parte, señaló que su principal diferencia con el ex mandatario es el respeto a las organizaciones sociales dentro del MAS y lamentó que Morales se convirtiera en el «principal opositor» de su Gobierno y que «haya incumplido con su palabra» de no hablar de candidaturas al menos hasta 2024.
En declaraciones a EFE, el politólogo Franklin Pareja señaló que Morales «ha querido estar por encima del presidente y que el estatuto de su partido esté por encima de la Constitución», lo que generó una «resistencia dura» de Arce, quien inicialmente era visto como un «hombre funcional y manejable», pero «no resultó ser nada de eso».
«Como no ha hecho concesiones, ni tampoco ha hecho eco de las críticas del jefe del partido, se ha empezado a producir una fisura interna hasta el punto de que hoy es un quiebre interno, donde la disputa ya no es solamente en el plano político, sino también en el plano personal», opinó.
El distanciamiento hizo que Morales perdiera «control y poder» y reaccionara «de la peor manera», con críticas duras e incluso insultos hacia Arce
El distanciamiento hizo que Morales perdiera «control y poder» y reaccionara «de la peor manera», con críticas duras e incluso insultos hacia Arce. Según Pareja, si bien Arce «no entra en ese lenguaje tan prosaico», o no dice nada sobre una eventual candidatura, «se nota que el Gobierno está utilizando el sistema judicial para inviabilizar» la postulación de Morales.
Además, «hay un grupo importante en el MAS» que «ya no teme» a Morales, por lo que el ex gobernante «nunca más va a volver a ser» el líder «indiscutible e incuestionable» que fue en su momento.
Pareja considera que la disputa es tan «dura que está afectando la gestión económica» y legislativa y está «polarizando el clima político electoral», con un eventual riesgo de que la pelea se traslade «inclusive a las calles».
Para el politólogo, la viabilidad política de Arce depende de la gestión de la economía, que hoy atraviesa por «momentos muy frágiles». «Y Evo Morales sabe eso y por lo tanto lo ataca y lo critica permanentemente», a la espera de que «trastabille para reposicionar la nostalgia» hacia su propia gestión gubernamental, agregó.
A su juicio, en 2024 «la situación se puede agravar más porque es un año de definiciones» hacia las elecciones de 2025. También consideró que si el MAS «ve peligrar sus intereses» y su «éxito electoral» por la disputa entre Arce y Morales, eventualmente podría surgir una corriente que diga que «ninguno de los dos» y se busque una tercera opción.
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