Naolinco, Ver.- El oficio de zapatero artesanal casi está por perderse. Ahora la mayoría de quienes elaboran calzado utiliza maquinaria que agiliza la producción, pero que deja atrás calidad y comodidad, expresa Martín Martínez Gaona, quien tiene 48 años en esta actividad.
Este naolinqueño tiene unos 25 años con taller propio. Su labor la realiza en un cuarto lleno de pedacería de piel, una máquina de coser antigua, pequeños botes de pintura, pegamento y tijeras.
En cuanto entras al taller de don Martín, se puede percibir el olor a piel y polímeros sintéticos.
En estos días está dedicado a elaborar calzado de dama. Platica pero no suelta una zapatilla de tacón alto que busca terminar mientras comenta sobre los detalles de su labor.
- CHECALO -
¿Cómo inició en el negocio como zapatero artesanal?
Narra con orgullo que toda su vida ha sido zapatero, comenzó desde muy niño. Desde ese tiempo a la fecha su trabajo ha cambiado radicalmente, antes era todo de cuero ahora se utilizan polímeros sintéticos cuando antes todo era cuero.
Al platicar sobre cómo se elaboraba el calzado antes, no deja de mostrar su nostalgia por los viejos tiempos. “Antes todas las suelas eran de cuero, ahora la mayoría son sintéticas son de varios productos plásticos, hacer zapatos solo de piel sale caro”.
Lamenta que el trabajo del zapatero se haya degradado tanto, “ya no quieren pagar unos buenos zapatos, hecho a mano y de calidad, optan por los que son hechos a máquina”, dice.
Explica que la gran mayoría acude a comprar calzado a Naolinco con la idea de que es económico, o barato, pero no se ponen a reflexionar sobre la calidad de los productos con los que se elaboran, “quieren pagar poco por algo bien hecho, pero hay para todos los gustos”.
Remarca que aunque son menos los pedidos sigue elaborando calzado sobre pedido, “poco pero si hay quienes pagan mil 200 pesos por unos buenos zapatos hechos a la medida y de manera artesanal”.
Subraya que los zapatos que salen de su taller y que vende en su tienda, ubicada en la calle Nicolás Bravo, sin número, duran mucho porque están hechos con buen material, “pero lo que puedo resaltar es que el trabajo que invertimos es de calidad”.
Recuerda que cuando comenzó a aprender el oficio su padre y abuelo hacían los tacones a mano, los tallaban y lo acababan a mano, “ahora todo eso lo hace una máquina”.
Don Martín expresa que ha notado que fábricas grandes copian los diseños artesanales y los fabrican en masa para darlos más caros.
En su taller, comenta que tiene 20 años, de independiente, tiene un trabajador que lo ayuda y su hijo que también está realizando su trabajo, porque le interesa, “pero ahora preferimos que nuestros hijos estudien y no aprendan un oficio como este que es parte de nuestra cultura”.
Ser zapatero es cuestión de enseñarlo de generación en generación, “son muchas horas de trabajo, pero cuando te gusta no importa que ya sea poco, que los pedidos bajen año con año”, concluyó.
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