La NASA realizará una entrega especial este fin de semana a la Tierra. El próximo domingo, una nave de la agencia espacial estadounidense volará cerca de nuestro planeta y dejará la muestra más grande de un asteroide que se haya recolectado hasta ahora. Es el final de una misión que duró siete años.
Son pedazos del asteroide Bennu, rico en carbono, descubierto en 1999. Tiene cerca de medio kilómetro de ancho, algo como la altura del Empire State de Nueva York. Bennu orbita alrededor de nuestro sol cada 14 meses y gira cada cuatro horas sobre su eje. Los científicos esperan recibir alrededor 250 gramos de fragmentos.
Aunque parece poco, es mucho más que lo ha logrado por cualquier otro equipo. Japón, el único otro país que ha recuperado fragmentos de cuerpos de este tipo, trajo a la Tierra en 2010 y 2020 cerca de una cucharadita del subsuelo de otros dos asteroides: primero de Itokawa y luego, 10 años después, de Ryugu.
Los asteroides son más grandes que un meteorito y más chicos que un planeta. Orbitan alrededor del Sol y se encuentran entre los objetos más antiguos del sistema solar. Por eso, los científicos se refieren a ellos como «cápsulas de tiempo», que pueden ayudarnos a entender cómo se creó la Tierra y cómo surgió vida en ella.
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Se cree que Bennu contiene restos de la formación del sistema solar que datan de hace 4.500 millones de años. La nave espacial OSIRIS-REx soltará la cápsula con la nueva muestra de asteroide hacia el desierto de Utha, al oeste de EE. UU., y luego se alejará para encontrarse con otro asteroide.
El asteroide estudiado por la NASA podría chocar con la Tierra
Además de revelarnos pistas sobre el origen de la vida, las muestras recogidas por la NASA nos podrían ayudar a identificar cómo desviar a este asteroide. Porque sí, los científicos estiman que Bennu podría acercarse tanto a la Tierra que podría impactar con nuestro planeta el 24 de septiembre de 2182. Dentro de unos 159 años.
La nave OSIRIS-REx, una sonda espacial, despegó en septiembre de 2016 para encontrarse con este asteroide. Viajó unos 3 mil millones de kilómetros, hasta que en 2018 logró llegar hasta Bennu. Pasó dos años más volando alrededor de la roca espacial y buscando cuál era el mejor lugar para recolectar sus muestras.
Finalmente, en 2020, la nave se acercó al asteroide lo suficiente y desplegó una aspiradora de unos tres metros. Tocó a Bennu por unos instantes, mientras succionaba polvo y rocas. La cantidad exacta que contiene la cápsula de muestra en la que se guardó el material no se sabrá hasta que llegue a la Tierra y se abra.
La cápsula se lanzará en paracaídas, para garantizar un aterrizaje seguro. Es un momento crítico. La primera misión de muestras de la NASA, realizada por una sonda espacial, terminó con una explosión en 2004. La cápsula transportaba partículas de viento solar. Pero, al soltarla en la Tierra, se estrelló contra el desierto de Utah y se hizo pedazos, comprometiendo las muestras.
La NASA transmitirá en vivo el aterrizaje de la cápsula, que mide unos 81 centímetros de ancho y 50 centímetros de alto. El paracaídas reducirá la velocidad en los últimos 1,6 kilómetros de su caída, permitiendo un suave aterrizaje. El plan es trasladarla luego en helicóptero a un laboratorio cercano y, al día siguiente, moverla a Houston, sede del Centro Espacial Johnson de la NASA.
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